Mundo maya

Publicado: 26 diciembre, 2015 en Uncategorized

Ejemplos de crecimiento económico que acabaron en desastre (II): el “colapso” de la civilización clásica maya.

Feliz año nuevo a todo el mundo.

Vuelvo “al mundo de los vivos” en internet para continuar hablando sobre Economía. Tengo en el tintero varios artículos pendientes sobre diversos temas tratados por mi especialidad académica, y ya sé que prometí seguir hablando sobre la inflación, pero tengo tantos “pendientes” desde hace tanto tiempo que he preferido ir despejando la “cola de espera”. A ver si en estos días libres logro terminar varios de ellos.

Índice:

0. Introducción.

1. Trasfondo.

1.1. ¿Quiénes eran (y son) los mayas?

1.2. Territorios de los mayas. ¿Dónde vivían los mayas?

1.3. Historia de los mayas hasta el periodo posterior al “colapso”. Los diferentes periodos de la Historia maya.

2. El estudio de la cultura y civilización mayas.

3. Una visión general de la cultura y civilización mayas.

4. Una visión general de la economía y tecnología mayas. Los orígenes y causas del “colapso” de la civilización maya.

5. Conclusiones.

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0. Introducción.

Este artículo que estáis leyendo es una continuación de este otro, en el que os hablé del desastre que aconteció a los habitantes de Rapa Nui debido a su desmedido crecimiento económico.

Hoy vamos a hablar de otro ejemplo de desastre causado por un crecimiento económico: el que provocó el llamado popularmente “colapso” de la civilización (clásica) maya.

¿Por qué hablar de otro caso de desastre general causado por un crecimiento económico?

Porque éste del que vamos a hablar es otro tipo diferente de desastre. Si bien se debió a un crecimiento económico, no sucedió lo mismo que en Rapa Nui.

Vamos a estudiar un ejemplo de mal crecimiento económico:

-A mucha, mucha, mucha mayor escala,

-con muchas más implicaciones y

-por motivos distintos…

…que el de Rapa Nui.

A diferencia de otros artículos de este blog, éste no lo voy a redactar yo solo. Le he pedido a mi mujer, Isabel (Natsufan), que me ayude en su elaboración. ¿Por qué? Porque la experta en Historia del Arte, Filología, Mitología, Historia de la Religión, Iconografía, Lingüística e Historia en general… es ella. Yo soy economista y, si bien tengo bastantes nociones de Historia (especialmente económica y militar), creemos que la combinación de nuestros conocimientos especializados va a aportar una visión conjunta muy esclarecedora para que podáis entender cómo sucedió ese desastre.

Seguramente os estaréis preguntando… “¿Es que tenéis que hablar de Arte, Mitología y Religión en este artículo sobre Economía?”

¡Buf! Y de muchas más cosas.

Tanto mi mujer como yo estimamos oportuno estudiar un tema en concreto no sólo a través de la aportación de la especialización académica más relevante para ese tema, sino de todas las especializaciones académicas que tengan algo que decir (con seriedad) al respecto. Se acaba por entender mucho mejor ese tema y se crea una amplitud de miras muy práctica. Ya os he comentado en numerosas ocasiones que la Economía como ciencia se apodera de y absorbe todo lo que puede de otras ciencias y áreas académicas y las utiliza en sus análisis. Con este caso del desastre económico que causó la caída de la civilización clásica maya, con más razón, porque es un tema muy complejo en el que varias áreas de estudio científico tienen mucho que decir.

Vamos allá.

Templo ("pirámide escalonada") de Kukulcán, en Chichén-Itzá, Yucatán.

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1. Trasfondo.

Allá por el siglo XVI, las primeras expediciones de conquistadores españoles que atravesaron los actuales Guatemala, Belice, Honduras, el Salvador y el sur de México y posteriores relatos de viajeros y aventureros que pasaron por la región, especialmente a comienzos del siglo XIX, hicieron notar en sus registros y crónicas la presencia de colosales edificaciones de piedra abandonadas, en ruinas y muchas veces devoradas por la jungla.

Templo I de la ciudad de Tikal, Guatemala.

Los nativos decían que llevaban desocupadas desde hacía muchísimo tiempo, y eran fuente de leyendas.

Aquellas edificaciones eran lo que hoy llamamos “ciudades mayas”.

Durante años, la existencia de esas soberbias edificaciones que demostraban la presencia de una civilización avanzada, organizada y compleja mantuvo perplejos a historiadores, antropólogos y arqueólogos.

¿Qué sucedió allí?

Nada más y nada menos que toda una civilización, en pleno auge, parecía haber desaparecido de la noche a la mañana.

¿Por qué? ¿Cómo?

Para obtener respuestas, primero vamos a enterarnos de quiénes eran los mayas, dónde vivían y cómo vivían.

Nota: Este artículo trata bastante en profundidad sobre la civilización maya y es, por tanto, muy largo. Nuestro consejo habitual a nuestros lectores es que se lo lean poco a poco, en varios días si hace falta… como un relato o una novela. Muchos de vosotros, acostumbrados a leer sólo reseñas de unos pocos renglones y no artículos de divulgación científica densos y completos, os quejáis de que escribimos artículos muy largos, pero es que es así como debemos escribir si queremos hacer las cosas bien y profesionalmente. Nuestra intención como técnicos académicos es la de ir centrándonos más y más en la aportación de auténticos artículos científicos temáticos, aunque tardemos más y/o actualicemos menos, a la vez que seguimos con nuestra conocida actividad en la lucha contra el conspiracionismo, el ocultismo y las actitudes y pensamientos pseudocientíficos.

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1.1. ¿Quiénes eran (y son) los mayas?

Los mayas no son, estrictamente hablando, un único pueblo. Es una denominación común que engloba a diversos pueblos que hablan alguna de las llamadaslenguas de la familia maya (o “mayense”) y que, más o menos, comparten una cultura con elementos bastante comunes.

Muchos de ellos (especialmente los que no viven en el actual México) ni siquiera se llaman a sí mismos “mayas”, sino que utilizan el nombre de su grupo étnico (por ejemplo, Kaqchikel o Poqomam). Los mayas no se llamaban en tiempos antiguos a sí mismos “mayas”, eso es un término moderno, de los tiempos de los conquistadores. La etimología del nombre “maya” está discutida: se cree que proviene del nombre de una de las ciudades mayas en ruinas más importantes de los tiempos de los conquistadores (Mayapán, que durante un tiempo dominó la región de Yucatán en la llamada “triple alianza maya” junto con Chichén-Itzá y Uxmal) o, con mayor probabilidad, de la expresión Ma’ya’ab (“no muchos”, seguramente queriendo dar a entender “lugar donde no hay mucha gente”) que era el nombre con el que los mayas designaban a la nueva región poblada tras el “colapso” (la península de Yucatán).

Los mayas constituyen uno de los pueblos nativos americanos y habitan amplias zonas de Centroamérica: Guatemala, parte occidental de Honduras, Belice, parte occidental de El Salvador y el sur de México (estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán).

Hombres mayas actuales (San Juan Atitlán, Guatemala).

Mujer maya (San Juán Atitlán, Guatemala).

Su población actual se estima en torno a los siete millones de personas (hablantes nativos de, al menos, una de esas lenguas).

Los antepasados de los actuales mayas fueron los artífices de la llamada “civilización maya”, una de las más importantes y estudiadas del Mundo Antiguo y una de las “tres grandes antiguas civilizaciones” de América (las otras dos fueron las de los incas y de los mal llamados “aztecas”, pero a éstas no se las suele considerar del Mundo Antiguo porque se desarrollaron muy posteriormente). Como anécdota divertida, os contaré que en el colegio usábamos una regla mnemotécnica chistosa para aprendernos esas tres civilizaciones en clase de Historia: “la abeja maya, la avispa azteca y el abejorro inca” (el que haya visto los dibujos animados de la abeja Maya sabe de qué va el chiste). Antes se estudiaba de todo en el colegio. Desde que llegó la LOGSE… Ay…

Libros sobre la civilización maya:

La cultura maya: antología de textos clásicos, de Luis Luján Muñoz.

Vol. XVI de la revista Culture, de la Canadian Anthropology Society.

Nota: Isabel hace especial hincapié en no incluir a los huastecas en este artículo por la sencilla razón de que si bien son hablantes de una lengua de la familia maya, constituyen un pueblo muy aislado (al norte de México) del área principal geográfica maya con una cultura muy, muy diferenciada de los demás pueblos de lenguas hermanas (se separaron de ellos desde muy antiguo y no fueron partícipes de la civilización maya del Mundo Antiguo propiamente dicha).

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1.2. Territorios de los mayas. ¿Dónde vivían los mayas?

Bueno, para que no os mareéis mucho, vamos a dar clase de Geografía, con sus mapas y todo. ¿Dónde vivieron los mayas de antaño?

Mapa 1. Ésta es la región (delimitada en rojo) que habitaron los mayas del Mundo Antiguo (los de la civilización maya propiamente dicha) dentro de Mesoamérica (América Central). En este mapa podéis ver las “ciudades mayas” y asentamientos (“sitios”) más importantes tanto del periodo clásico (antes del “colapso”) como del postclásico (de después del “colapso”). Son, prácticamente, las mismas zonas en las que viven los mayas de la actualidad:

Asentamientos mayas y extensión de la civilización maya dentro del espacio cultural mesoamericano.

Fuente:

http://www.menendezymenendez.com/2007/09/cmo-se-alimentaron-las-multitudes-mayas.html

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Mapa 2. Este mapa es muy importante y bastante detallado. De hecho, no lo he encontrado en castellano, he tenido que recurrir (triste es de admitirlo) a una fuente en inglés porque necesitaba que se pudieran ver las regiones naturales del área superpuestas con los asentamientos mayas. “¿Qué importancia tiene eso?”, os preguntaréis. Mucha.

Regiones físicas del mundo maya.

Fuente (muy interesante): http://www.dirtbrothers.org/college/introarchaeology002.html

Como podréis observar, la región habitada por los mayas engloba a tres regiones físicas:

-Las tierras bajas del norte.

-Las tierras bajas del sur (en algunos sitios leeréis algo sobre las “tierras bajas centrales”, la mayoría de estudiosos las engloban dentro de las del sur).

-Las tierras altas.

Las tierras bajas o “bajos”, como también se las llama, son eso: llanuras. Sitios bastante “habitables”.

Las tierras altas son zonas mucho más escarpadas, montañosas y agrestes. Más “inhabitables”.

Los que seáis más listos y observadores habréis notado comparando con el mapa 1… que los sitios del periodo clásico (de antes del “colapso”) se encuentran en las tierras bajas del sur y en las tierras altas. Los sitios del postclásico (de después del “colapso”), se encuentran en las tierras bajas del norte.Obviamente, en la zona más agreste, la de las tierras altas, se encuentran poquísimos asentamientos relevantes (son tierras más difíciles de cultivar y de habitar).

¿Qué nos quiere decir eso?

Que, en un determinado momento, los mayas salieron “escopetados” hacia las tierras del norte abandonando masivamente las tierras del sur.

La región geográfica maya (hablando en términos generales) es tropical, cálida y con dos estaciones (seca y húmeda), con abundantes bosques y junglas como la selva Lacandona (entre el sur de México y Guatemala occidental). Como podéis observar, las tierras mayas son muy escarpadas conforme nos dirigimos al Océano Pacífico y se allanan más y más conforme se desplaza uno hacia el norte, hacia el Golfo de México, con la excepción de la zona de las colinas Puuc (una región de colinas suaves) en el Yucatán. Creo que queda bastante claro en el mapa que los sitios mayas del norte están bastante separados de los del sur.

Mapa físico de los territorios de la civilización maya.

Los suelos de la región son (especialmente en las tierras bajas) bastante porosos (suelos kársticos).

Una nota muy importante: no existen ríos de importancia en la zona, esto es, ríos muy caudalosos (el Yucatán es especialmente árido). ¿Os habéis fijado en una cosa curiosa comparando a mayas con otras grandes civilizaciones del Mundo Antiguo? A diferencia de sumerios (ríos Tigris y Eúfrates), chinos (Yang-Tsé, río Amarillo), egipcios (río Nilo) y habitantes de la civilización del Indo (río Indo), los mayas no tenían en su territorio un gran río o fuente de agua con inundación estacional. Como seguramente habréis estudiado en Historia, esos ríos fueron el origen de la creación de esas civilizaciones porque constituyen una fuente de agua (vital) abundante, segura… y sirve con sus inundaciones estacionales de “abonador” y fertilizador natural cuando, al retirarse las aguas, dejan detrás una capa de limo y nutrientes sobre la tierra que esas diferentes civilizaciones utilizaban para cultivar cosechas tremendamente productivas. Ésa es una de las razones económicas tras la creación de estas civilizaciones, y la más importante: el manejo de esas inundaciones requería de una organización social y de un control centralizado para la creación de canales y otras obras de gran calibre que fue el origen de los primeros Estados (e imperios) propiamente dichos.

Los mayas no tenían nada de eso.

Tal parece que la región de los mayas no fuera el lugar más adecuado para la formación de una civilización. Los mayas constituyen, junto con otros pueblos como los rusos, lo que mi profesor de Historia de la Economía llamaba “pueblos que formaron grandes naciones en sitios difíciles”. No debería, en teoría, haber surgido una civilización en un entorno selvático, pobre en minerales (especialmente metales) y sin ríos grandes, ¿verdad?

Sin embargo… fijaos en otras civilizaciones del Mundo Antiguo que tampoco tenían grandes ríos cerca: griegos, fenicios, Çatal Hüyuk… No formaron grandes imperios centralizados. ¿Qué constituyeron? ¿Cómo se organizaron? ¿Qué método alternativo de organización adoptaron?

Se organizaron en ciudades-estado.

Estados formados por una ciudad y su entorno más inmediato.

Como los mayas.

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1.3. Historia de los mayas hasta el periodo posterior al “colapso”. Los diferentes periodos de la Historia maya.

No se sabe con exactitud desde cuándo está habitada la región por los humanos, pero se sabe que ya en torno al 12000 a.C. existía presencia humana en la zona.

a) Periodo preclásico.

Cuándo esa “presencia humana” se puede catalogar de ya perteneciente a la cultura maya está sujeto a debate, pero los arqueólogos barajan de momento entre el 2500 a.C.

…y las primeras muestras indiscutibles de cultura maya, en torno al 1800 a.C.

Bueno, pues éste es el llamado periodo preclásico, en el que la cultura maya se empieza a formar y a diferenciarse de sus predecesoras como la olmeca(la primera civilización de la zona, en la costa del Golfo de México).Ésta es una era en la que aparecen los primeros asentamientos permanentes (no de nómadas) con las edificaciones masivas típicas de los pueblos mayas, cerámica, estatuillas con una técnica de elaboración más precisa y diferenciada de sus predecesoras, aparición de una agricultura propiamente dicha, especialización en el trabajo, etc. En fin, lo típico de una sociedad neolítica (anterior a la aparición de los metales) avanzada muy diferente de los recolectores y cazadores de sociedades prehistóricas.

Los mayas fueron volviendo más y más compleja su civilización a lo largo de este periodo, hasta llegar a lo que se puede considerar otro periodo diferenciado y definido por su importancia y que fue el que los hizo famosos en Historia.

b) Periodo clásico.

La mayoría de arqueólogos e historiadores utilizan normalmente un punto histórico para diferenciar este nuevo periodo en la historia maya: la aparición de la escritura.

Tampoco se sabe exactamente cuándo apareció, pero los primeros mal llamados “jeroglíficos” mayas (probablemente de orígenes olmecas), datan de en torno al 250 a.C. (San Bartolo, Guatemala). Los mayas tienen el honor de haber desarrollado un sistema de escritura completo y absolutamente funcional (existían precedentes como la escritura olmeca y zapoteca, pero los lingüistas aún no los han descifrado). De hecho, llegaron incluso a crear una literatura bastante extensa en forma de los llamados “códices mayas” (una especie de libros hechos de piel de animal y fibra vegetal). Isabel profundizará más adelante en el sistema de escritura maya.

Sampson, Geoffrey; Writing Systems: A Linguistic Introduction, Hutchinson (London), 1985.

Símbolos numéricos (parte superior) y algunos símbolos logográficos (parte inferior), del sistema de escritura maya.

A este periodo se le llama el periodo clásico. Y fue el periodo de auge de la civilización maya.

Aparte de la escritura (que ya de por sí es un avance tremendo), los mayas desarrollaron una agricultura intensiva, construcción monumental a gran escala, urbanismo (de esta época datan la mayoría de los famosos templos y pirámides mayas que todos habréis visto en alguna ocasión en documentales y libros de Historia), una literatura extensa y grandes avances en Matemáticas (por ejemplo, la invención del número 0), Astronomía (conocían con gran exactitud las revoluciones sinódicas de los planetas y la periodicidad de los eclipses, etc.) y desarrollaron una economía basada en buena parte en el comercio a gran escalaa gran distancia (las ciudades se especializaban en determinados productos que luego vendían en determinados centros, se establecieron rutas comerciales, algunas ciudades-estado llegaron a desarrollar una economía cuasi monetaria, etc.).

c) El “colapso” del periodo clásico.

Pero, de manera inexplicable, justo cuando la civilización se hallaba en su apogeo, se vino abajo casi repentinamente entre los siglos VIII y IX d.C.(cuando en Europa estábamos en plena Edad Oscura de la Edad Media).

Hombre, “repentinamente” en términos históricos. Los arqueólogos barajan en torno a uno o dos siglos de decadencia (entre unas tres y ocho generaciones de habitantes) que, en términos históricos es muy poco, especialmente teniendo en cuenta que estamos hablando ni más ni menos que de toda una civilización.

De hecho, se le llama “colapso” a este suceso histórico por llamarlo de alguna manera, ya que es un término muy controvertido entre historiadores y arqueólogos, muchos de los cuales se oponen a su uso porque no es un término exacto.

El fin de la civilización clásica maya no fue inmediato. Una civilización no suele irse al garete en un día. Fue un proceso más lento pero en términos históricos fue muy rápido.

Nosotros tampoco lo consideramos exacto pero, como tantos otros términos, como el de “azteca” o “jeroglifos mayas”, se han popularizado tanto que ya es inevitable utilizarlos porque todo el mundo los ha asimilado y cuesta tanto corregirlos… que no merece la pena. Por eso en este artículo los entrecomillamos para que quede claro… y en sana paz.

Nota: esto va dirigido a los lectores españoles. Seguramente os habrá sucedido como a nosotros cuando lo estudiásteis en el colegio o en el instituto. A este “colapso” se le llamaba “Fin del Viejo Imperio” e “Inicio del Nuevo Imperio” en nuestros libros escolares. Todavía os encontraréis con sitios que hacen referencia a esos términos.

Aquí sí que tenemos que intentar corregir el término porque es atrozmente incorrecto. Los mayas nunca llegaron a formar un imperio unificado como incas y “aztecas”. Como mucho, alguna ciudad-estado maya obtenía la preeminencia sobre algunas de su región, pero no llegaron a tener un gobierno unificado y centralizado ni un soberano o dirigente común. Se le llamaba así a este periodo en los libros de Historia porque, tradicionalmente y por comodidad (y por ignorancia y para resumir, vaya), se ponía a los mayas a la altura política de las otras dos grandes civilizaciones americanas (incas y “aztecas”), que sí llegaron a constituir imperios propiamente dichos. En honor a la verdad, también hay que decir que si estudiábamos a mayas, incas y “aztecas” en Historia era por ver qué había antes de que llegaran nuestros conquistadores… y se lo cargaran.

Sigamos.

En este periodo relativamente corto se produjo una detención en seco de la creación de infraestructuras, obras de arte monumentales, destrucción generalizada en algunos asentamientos… y un descenso de población incesante hasta el punto de que los sitios y ciudades de las tierras bajas del sur fueron abandonados para nunca más volver a ser repoblados.

Los pueblos mayas emigraron en masa a las tierras bajas del norte y, si bien nunca desaparecieron como pueblo (sus descendientes viven todavía hoy), la civilización maya nunca se recuperó totalmente de este terrible golpe.

Después del “colapso” se perdieron multitud de conocimientos atesorados hasta entonces por los mayas.

El por qué sucedió eso es lo que analizaremos a lo largo de este artículo.

d) Periodo postclásico.

Este periodo va desde el “colapso” hasta la conquista del territorio por parte de los españoles (siglo XVI, principalmente).

Con posterioridad al “colapso”, se produjo un ascenso de los asentamientos más primitivos de las tierras bajas del norte (los que absorbieron a los desplazados) y, si bien algunas de estas nuevas ciudades norteñas florecieron durante un tiempo (como Chichén-Itzá), la civilización maya entró a partir del siglo XIV en un periodo de languidez y empobrecimiento cultural (ya no construían ni tanto ni tan abundante como antaño) del que nunca se recuperó, degenerando en unas cuantas “ciudades-estado” que guerreaban continuamente entre sí. Eso fue lo poco de la civilización maya que se encontraron los conquistadores españoles al llegar. De hecho, muchas de estas nuevas ciudades también estaban en ruinas (como Mayapán).

Nunca llegaron a superar ni recuperar su era de esplendor.

e) Era colonial.

Si bien la inmensa mayoría de la región cayó en manos de los conquistadores en el siglo XVI, quedaron algunos reductos hasta bastante más tarde. La última “ciudad maya” independiente, Tayasal, cayó ante los españoles en 1697 (por cierto, Tayasal estaba en una isla en un lago y su fundación fue posterior al “colapso”, id tomando nota). A partir de entonces, la “Historia maya” deja de estudiarse independientemente para dejar paso al estudio de la Historia de las naciones que conforman la actual región (México, Guatemala, Honduras, Belice y El Salvador).

Vista aérea de la actual ciudad de Flores, la antigua Tayasal, capital del departamento de Petén, Guatemala.

La conquista y la influencia de los misioneros católicos eliminaron muchos de los vestigios que aún quedaban de la cultura maya. Se quemaron prácticamente todos los códices mayas, se olvidaron su sistema de escritura y numerosas tradiciones y conocimientos orales. La religión maya fue especialmente perseguida.

Es por eso que se sabe muy poco de la antigua civilización maya por lo que puedan aportar hoy en día sus descendientes (la inmensa mayoría ni siquiera habla una lengua maya).

Casi todo lo que sabemos procede del estudio de historiadores, lingüistas y arqueólogos. Pero es debido a esta escasez de registros causados tanto por el “colapso” en sí como durante la era colonial, que nunca quedó claro para los científicos e investigadores cómo y por qué sucedió el “colapso”.

Por decirlo de una forma clara, no se ha encontrado ningún texto donde los mayas dijeran algo como “nos fuimos al carajo por esto, por esto y por esto otro, adiós que nos las piramos”. No. De hecho, es ahora que los lingüistas han logrado descifrar (en su mayor parte) la escritura maya que nos estamos enterando de más cosas, pero la mayor parte de lo que sabemos sobre los mayas proviene de las aportaciones arqueológicas y de estudios comparativos antropológicos e históricos.

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2. El estudio de la cultura y civilización mayas.

Bueno, ahora que hemos hablado de los datos asépticos principales y más básicos que debíais conocer “por narices” para poder enteraros del asunto, vamos a tratar de dar una visión general lo más completa posible y de manera integral, esto es, intentando hablar de “todo a la vez”, no dando los datos “sueltos”, porque queda muy “seco” y aburrido… y, vamos a dejarlo claro, porque si tratamos las cosas siempre por separado, nunca vais a acabar por ver el conjunto, ya quemuchos de nuestros lectores, lamentablemente, no se caracterizan precisamente por saber interpretar a partir de los datos suministrados: requieren que se lo demos todo masticadito y ya interpretado (estamos hablando de conspiranoicos, radicales y epistemofóbicos en general). Nuestra intención es que os hagáis una visión clara de cómo eran y vivían los mayas… de manera agradable y que eso os sirva para entender por qué “la fastidiaron”.

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Los mayas…

Los mayas han fascinado durante siglos a científicos, investigadores, historiadores y simples curiosos como una de esas “civilizaciones perdidas misteriosas” (como la del Indo, la de Tartessos, la Jomon, la de Çatal Hüyük, o la de los kurganes) que, si bien daban muestras evidentes de un pasado glorioso a través de la presencia de los impresionantes monumentos, obras de arte y estructuras que dejaron detrás… no se sabía prácticamente nada sobre ellas.

A los mayas, como a esas otras civilizaciones, siempre les ha rodeado un “halo de misterio”, pero un “halo de misterio” más especial si cabe que el de otras culturas, porque los mayas dejaron tras de sí demasiadas pruebas y demasiado espectaculares de su pasado esplendor.

Vamos a admitirlo, no despierta el mismo interés una cultura como la de los Jomon del Japón, que sólo dejaron atrás artefactos de cerámica (ciertamente maravillosos), que una cultura como la maya, que dejó tras de sí inmensas estructuras de piedra, pirámides escalonadas, templos, frescos coloreados preciosos, esculturas gigantescas y elaboradísimas, y un sinfín de obras de arte que muchos calificarían de manera ignorante de “menores”, pero que muestran tanto o más el grado de civilización de una cultura, como lo puedan ser sus joyas, máscaras, herramientas, artefactos suntuarios… e incluso códices (libros).

Resumiendo: el estudio de los antiguos mayas no podía ser ignorado por los diferentes investigadores de diferentes áreas académicas por la sencilla razón de que son demasiado espectaculares… y despiertan mucho la curiosidad del profano. La gente quería saber sobre ellos, vaya.

A todo eso le añadimos el hecho de que… los mayas sufrieron un evidentísimo final apocalíptico (más bien una “interrupción apocalíptica”) que se manifestó en el abandono de la inmensa mayor parte de sus monumentales asentamientos de manera bastante rápida… y su civilización nunca llegó a recuperar el nivel de esa época de auge.

Todo ello, obviamente, despierta la curiosidad tanto del técnico como del curioso y ya desde el mismísimo siglo XVI, en plena Conquista de América, hubo gente que se interesó por esta civilización “desaparecida”.

El “controvertido” (por decirlo suavemente) obispo de Yucatán Diego de Landa Calderón, si bien se esforzó lo suyo en quemar todos los códices (libros) y romper todas las estatuas religiosas mayas que encontró (era un hombre ultrarreligioso con un celo fanático), también se esforzó en aprender el sistema de escritura maya para poder traducir las Sagradas Escrituras a los idiomas nativos y poder así convertirlos mejor y más fácilmente al catolicismo (a los nativos, claro, no a los idiomas).

Fuente: Retrato de Diego de Landa Calderón, obispo de Yucatán, colgado en el Camarín de la Virgen del convento de Izamal.

Muchas de las cosas que sabemos de los antiguos mayas provienen de este hombre que fue también, paradójica y lamentablemente, uno de los mayores responsables de que se perdieran sus conocimientos (combatió especialmente la religión tradicional maya). Pero, a pesar de su celo religioso, se esforzó en comprender a los indígenas a los que intentaba convertir. El problema es que, cuando no los lograba convertir… los quemaba en la hoguera por paganos. Se paseó a lo largo y ancho del Yucatán, llegando incluso a aldeas remotísimas, acompañado tan sólo de su fervor religioso y sus escribas, tomando buena nota de lo que encontraba.

En su libro Relación De Las Cosas De Yucatán este religioso franciscano dejó constancia de valiosísimos datos que nos sirven para entender cómo vivían los mayas de su época, los últimos que todavía conservaban su cultura sin alterar (¡de hecho, llegó a evangelizar zonas que estaban todavía sin conquistar!). En ese libro, Landa dejó constancia de:

-El sistema de escritura maya.

-El sistema de organización política y social de los mayas.

-Algunas referencias a la religión maya.

Landa intentó transcribir sin éxito el sistema de escritura latina (en español) al maya. Durante mucho tiempo se creyó que Landa había cometido una estupidez: intentar identificar los sonidos y letras del alfabeto latino (español) con el maya (nota: ¡No se corresponden! ¡Es imposible hacerlos coincidir!). No fue hasta 1950 que el mayista (“persona especializada en el estudio de la lengua o la cultura maya”, el “equivalente maya” a los egiptólogos) Yuri Knorozov transcribió correctamente la transliteración de Landa… y demostró que lo que Landa había registrado eran sílabas (el idioma maya es silábico, como el japonés).

El llamado informalmente "alfabeto maya de Landa".

Una vez realizado ese descubrimiento, se pudo empezar a leer (y a traducir) los pocos textos dejados por los antiguos mayas (ojo, la mayoría: no se ha descifrado el sistema completamente).

Pero, en líneas generales, no hubo muchos estudiosos “de lo maya” tras Landa durante varios siglos. La actitud de las autoridades coloniales hacia esa civilización perdida fue de desinterés en un principio: se hallaba en una parte remota y empobrecida del Imperio español, sin muchos recursos que atrajeran la atención… y las ruinas fueron devoradas cada vez más y más por la jungla o enterradas bajo capas de sedimentos. De hecho, el trabajo de Landa quedó olvidado en los Archivos Reales de Madrid.

No fue hasta principios del “romántico” siglo XIX, que diversos pioneros y exploradores se interesaron por las ruinas y la civilización que albergaron.

El primero de éstos fue Charles-Étienne Brasseur de Bourbourg (1814-1874) un misionero francés que “lo flipó” con la cultura “azteca” y maya cuando se las encontró en su labor evangelizadora y removió cielo y tierra en busca de datos que le ayudaran a entender quiénes fueron los antiguos pobladores de la región. Redescubrió el libro de Landa y publicó (traducido al francés) el Popol Vuh, una colección de relatos orales supervivientes de los antiguos mayas que habla extensivamente de su religión y que fue recogido por el fraile dominicano Francisco Ximénez en el siglo XVIII. Todo el “trabajazo” que este hombre se dio recopilando datos sirvió de base a futuros “mayistas”.

El problema fue que… como no se descifró el sistema de escritura maya hasta bien entrado el siglo XX, este hombre, como le faltaban un montón de datos que hoy ya sí sabemos, se montó una serie de “teorías explicativas” de quiénes eran los mayas y por qué les sucedió su “colapso”… que entraban de lleno en el absurdo.

Este hombre aseguraba que los mayas eran los descendientes de la Atlántida. Sí, Brasseur es el responsable originario de todas las conspiranoias y “rollos ocultistas” sobre el origen atlante de mayas y “aztecas”.

Ése fue, quizás, el mayor problema al que se enfrentó el estudio serio de la civilización de los antiguos mayas en un primer momento.

Si os fijáis bien, ése fue el mismo problema que sufrió el estudio serio de la Egiptología: llegaban un montón de aficionados y aventureros a la zona, veían los monumentos, “lo flipaban” y ya se ponían a divagar y a “montarse películas” sobre lo que había sucedido allí.

Con la cultura egipcia, sucedió lo mismo: ese “rollo místico y ocultista” se materializó a través de la obra de “gente” como… ¡oh, sí! Gerald Massey, el poeta ocultista aficionado a lo egipcio que se montó todo aquel “rollo” sobre lo de que Horus y Jesús son el mismo personaje. Sí, el que usan en Zeitgeist, the Movie como fuente.

Pero con la Egiptología no hubo tanto problema como con el estudio de los antiguos mayas en el sentido en que el estudio informal y esotérico desapareció muy rápidamente relegado a círculos marginales ocultistas y místicos en favor del estudio serio mayoritario, ya que se descubrió relativamente pronto la forma de leer y traducir el idioma de los antiguos egipcios gracias a la piedra de Rosetta.

Fijaos:

-Con el idioma egipcio se tenía el problema de que el idioma ya no existía y había que recurrir a otra lengua de transición conocida (en el caso de la piedra Rosetta, el griego) para extrapolar la traducción del texto que sí se podía leer.

-Con el idioma maya, se conocía el idioma (todavía se habla, aunque haya evolucionado algo), pero no se podía leer el texto.

Bueno, una anotación: no hay un único idioma maya. Son cerca de setenta lenguas entre idiomas propiamente dichos y dialectos.

Pero tenemos la suerte de que no difieren excesivamente entre sí (salvo el huasteca) y que la mayoría de los textos (especialmente los de las inscripciones líticas, esto es, en piedra), pertenecen a dos especies de lingua franca conocidas entre muchos escribas mayas, el llamado “maya clásico” (una variante anterior en el tiempo del actual Ch’ol que se habla en Chiapas) y al antecesor del actual yucateca (idioma maya de Yucatán).

Augustus Le Plongeon (1825–1908) fue otro de esos “ocultistas” de la arqueología, hasta el punto de que dijo haber inventado la “arqueología psíquica”. Sí, sí… llegó a realizar sesiones espiritistas en las ruinas mayas. Era un gran aficionado al ocultismo, el hipnotismo y todas esas cosas que tan en boga estaban en el siglo XIX. No obstante, de tanto rebuscar dio con descubrimientos interesantes como el famoso Chac-Mool de Chichén-Itzá. El muy farsante llegó a realizar una “traducción” de parte del Códice de Madrid (uno de los pocos “libros mayas” supervivientes). Se la inventó totalmente.

Otros “mayistas pioneros” fueron Frederick Catherwood (1799-1854), aventurero y artista que realizó espléndidos dibujos de las ruinas mayas que despertaron la curiosidad y el interés de los intelectuales de todo el mundo. De hecho, viajó por todo el mundo realizando descubrimientos y haciendo dibujos de diversas “civilizaciones perdidas”, como la egipcia.

Este hombre, junto con su socio, el escritor John Lloyd Stephens son considerados los “redescubridores” de la civilización maya.

Sus libros fueron best-sellers de la época:

Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatan (1841).

Incidents of Travel in Yucatan (1843).

Views of Ancient Monuments in Central America, Chiapas and Yucatan (1844).

Ese último se sigue estudiando en las facultades de Bellas Artes. Esas litografías son espectaculares y detalladísimas.

"Ídolo de Copán", por Catherwood.

"Ídolo y altar de Copán", por Catherwood.

"Ornamento sobre la puerta principal de la Casa del Gobernador de Uxmal", por Catherwood.

Los relatos de Stephens junto con las ilustraciones de Catherwood despertaron la imaginación y el interés hacia “lo maya”. Imaginaos: ruinas en entornos exóticos, civilizaciones por descubrir, misterios por desvelar… A los arqueólogos, aventureros e historiadores de todo el mundo se les hacía la boca agua y se lanzaron en tromba a intentar descubrir lo que se pudiera sobre aquella “civilización perdida”. El siglo XIX fue la época del romanticismo y el interés por el descubrimiento de la Historia pasada, especialmente de la Historia… monumental.

Ya con Désiré Charnay (1828-1915, no ya sólo viajero, sino arqueólogo profesional), se empezó a razonar mejor y fue el primero en postular teorías más “serias” como la de que la civilización clásica maya desapareció como resultado de la invasión de pueblos toltecas. No acertó, pero tampoco se equivocó del todo.

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En resumidas cuentas, que la ignorancia que se padecía sobre los antiguos mayas era fruto principalmente del desastre que supuso el “colapso” de la civilización maya, de las persecuciones religiosas de la época colonial…. y de que no se conocía su sistema de escritura. No se podían leer los textos que dejaron tras de sí para poder encontrar datos fiables de quiénes eran, cómo vivían y qué les pasó durante el “colapso”.

A todo ello se le vino a aderezar la mística y, admitámoslo, el “morbo” de intentar explicar la caída repentina de una civilización justo cuando más poderosa parecía. Los aventureros e investigadores no podían evitar ver a los descendientes de los antiguos mayas, reducidos a la miseria y a la servidumbre hacia los terratenientes mexicanos y centroamericanos (eso continúa hoy en gran parte, lamentablemente) y comparar su situación con la de aquella cultura que edificó aquellos monumentales templos y pirámides. Y no podían evitar pensar… “¿Qué leches ha pasado aquí?”

Durante años, los lingüistas se devanaron los sesos intentando descifrar la escritura maya, mal llamada de “jeroglíficos mayas”, ya que no son jeroglíficos, sino unaescritura logosilábica, esto es, una escritura que incluye símbolos que pueden significar tanto una palabra completa… como una sílaba (por eso el alfabeto latino y el maya no se pueden corresponder, como pretendía más o menos Landa). No fue hasta mediados del siglo XX que se logró descifrar gran parte de la escritura maya (gracias a lingüistas como Knorozov).

¿Eso significaba que hasta entonces estuvimos ayunos de datos fiables sobre los mayas? ¿Sólo se encontraban explicaciones místicas y esotéricas? ¿Cualquiera podía decir la primera burrada que se le ocurriera sobre los mayas?

Ni hablar. Mientras los lingüistas le “daban al caletre” intentando averiguar qué decían los símbolos de estelas, estatuas y códices mayas, el lugar de investigadores científicos principales sobre el mundo de los antiguos mayas corrió a cargo de “los historiadores del pico y la pala”: los arqueólogos.

También conocidos cariñosamente como “los cotillas profesionales de la Historia” (porque rebuscan en “tós los laos”), los arqueólogos fueron ocupando a lo largo de finales del XIX, todo el siglo XX y hasta la actualidad el lugar de aventureros y viajeros en el estudio de la civilización maya… y removieron hasta los cimientos (nunca mejor dicho) la zona en busca de pistas acerca de lo que había pasado allí.

Profesionales serios y con mentalidad netamente científica, como Alfred Vincent Kidder (1885-1963) se pusieron, pala en mano, a dejarse de tonterías y a excavar de manera sistemática utilizando técnicas arqueológicas modernas y una aproximación antropológica en el estudio de las cosas que se iban encontrando. Kidder, por ejemplo, empleó técnicas hoy tan conocidas como la estratigrafía (técnica sacada de la Geología: el estudio de los restos encontrados en cada capa o estrato superpuesto, lo que ayuda a entender quiénes vivían y cómo vivían en diferentes periodos del mismo lugar) y la elaboración de recorridos históricos conforme al hallazgo de objetos similares a lo largo el tiempo (por ejemplo, reuniendo todas las cerámicas recogidas en una excavación, datándolas y ordenándolas según las capas o estratos de donde se sacaron se puede ver claramente cómo evolucionó la cerámica de los habitantes a lo largo del tiempo: el estudio de esa cerámica puede indicar cosas tan relevantes como la aparición de nuevas culturas, mejoras tecnológicas en la elaboración de la misma, cambios estéticos o incluso la aparición de invasores o nuevos pobladores).

Con ese tipo de técnicas, los arqueólogos eran (y son) capaces de establecer teorías con base empírica (no meramente especulativas) sobre qué “se cocía” en cada momento… y cómo evolucionó la cultura maya a lo largo del tiempo.

Otros arqueólogos como Sylvanus Griswold Morley (1883-1948), arqueólogo de Chichén-Itzá durante años y un estudioso del calendario maya…

Eric Thompson (1898-1975), uno de los grandes estudiosos del arte y la iconografía mayas…

Gordon Willey (1913-2002), quizás el mayor estudioso de la arqueología sobre el descubrimiento y la elaboración de patrones de asentamientos humanos…

…e incluso mujeres que fueron a la vez arqueólogas y lingüistas, como Tatiana Proskouriakoff (1909-1985) siguieron con el estudio serio de la antigua civilización maya, que continúa hoy en día.

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3. Una visión general de la cultura y civilización mayas.

Bueno, lo que pretendemos decir con toda esta exposición es que… aunque no lo sepamos todo sobre los antiguos mayas (probablemente nunca lo sepamos), no estamos a ciegas.

Hoy día sabemos ya bastantes cosas sobre los antiguos mayas. Muuuuuchas más que en el siglo XIX, cuando diletantes, aficionados y ocultistas esotéricos eran los únicos que se atrevían a lanzar teorías sobre qué les había sucedido a los mayas durante el “colapso”. Perdonad que nos centremos también en este aspecto dedenuncia de las actitudes de estudio no-científicas y las explicaciones sin base empírica, pero me permito el recordaros, una vez más, que tanto la página de Isabel como ésta que estáis leyendo (la mía), son webs dedicadas en gran parte a la desmitificación de conspiranoias, tonterías, charlatanería, y chorradas ocultistas y, por supuesto, a la denuncia del pensamiento pseudocientífico y anticientífico… y no vamos a perder la oportunidad de darle otro “palo” bien dado a estas cuestiones aprovechando que tenemos que hablar sobre los mayas en este artículo.

Porque, vamos a admitirlo, todavía hoy hay miles de imbéciles y de crédulos que siguen diciendo absolutas tonterías sobre los mayas (ya hemos visto que viene de antiguo). Según muchos imbéciles y payasos que se creen las “teorías” ocultistas que se dicen por internet, los mayas pronosticaron el fin del mundo en 2012 (en el solsticio de invierno). Eso es rotundamente falso: no pronosticaron fin del mundo alguno. Esa fecha es la del final de uno de los ciclos solares (el largo) del calendario maya. Obviamente, para ese pueblo, era una ocasión festiva y de renovación, pero de ahí a decir que pronosticaron el fin del mundo… va un abismo. Ya veremos si el 21 de diciembre de 2012 es el fin del mundo… o no. Pensando científicamente, no se puede negar la posibilidad de que ocurra, pero nosotros dos creemos sinceramente que ha habido ya taaaantas profecías sobre el fin del mundo fallidas que, la verdad, ésta la consideramos altamente improbable… cuando menos. Aparte, está el hecho de que el calendario maya no se corresponde con nuestro calendario gregoriano actual, con lo cual muchos de esos crédulos no saben… que el fin del mundo ya ha sucedido según el calendario maya (éste no dispone de años bisiestos)… El 21 de diciembre de nuestro año 2012 no es, pues, el fin del mundo según el calendario maya porque ya ha pasado la fecha en la que lo “pronosticaron”.

Nota: no admitiremos ningún discurso “esoterista” o de índole “ocultista” en los comentarios. Tal y como avisé en el artículo sobre el desastre de Rapa Nui, los borraremos de inmediato. Aquí se viene a tratar los temas con seriedad y con una perspectiva científica. No a perder el tiempo. Al que no le guste, que beba agua o se lea la revista Año Cero.

Sigamos.

Como íbamos diciendo, ahora sabemos bastantes más cosas que antes sobre los antiguos mayas.

Y un dato muy importante: no hemos necesitado averiguar la mayoría de esas cosas a través de la escritura (tampoco es que hayan sobrevivido muchos textos: se contabilizan en torno a las diez mil obras “literarias”, entre inscripciones en estelas, templos, frescos, vasijas, etc.). Por ejemplo, sólo han sobrevivido hasta nosotros tres “libros” o códices mayas (los llamados de Dresde, de París y de Madrid, el llamado “de Grolier” se considera una falsificación).

Página del códice Dresde.

Sobre los códices mayas.

Como los conocimientos sobre la escritura maya eran nulos, ello propició una investigación arqueológica, antropológica y de otras especialidades académicas tan intensa que tenemos datos empíricos procedentes de muy diversas áreas de estudio científico que proporcionan buenas pistas para saber lo que sucedió. Uniéndolas, aunque no sepamos exactamente QUÉ pasó podemos obtener una visión de conjunto bastante satisfactoria y aproximada. Al menos en las conclusiones más generales.

Así pues, lo que sabemos sobre los antiguos mayas proviene de multitud de fuentes y “pistas”: restos de cerámicas, estatuillas, estudio de los patrones urbanísticos, la dieta de los habitantes, técnicas de pintura y cincelado, los útiles y restos que se han encontrado en los templos, las herramientas que se han hallado en los asentamientos, los ajuares funerarios, comparativa con las costumbres actuales de los mayas…

Técnicas modernas como la dendrocronología… y el estudio el ADN de los difuntos han aportado una luz significativa para esclarecer los hechos acontecidos durante el llamado “colapso de la civilización clásica maya” que es el tema de este artículo.

Ahora, también, tenemos la información que nos pueden aportar los textos que dejaron escritos los mayas en estelas, esculturas, códices supervivientes, bajorrelieves, cerámicas, etc.

Vamos a ver qué es lo que muestran estas aportaciones y pistas científicas… y qué visión nos dan de la civilización maya.

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No se llama a los mayas “los griegos de Mesoamérica” por casualidad. Comparten muchos elementos comunes con esta cultura, que es más conocida para nosotros, los europeos (no nos es “tan extraña”).

Para empezar, los mayas (del periodo clásico, que es el que nos interesa) se organizaban, como los griegos, en algo parecido a las ciudades-estado (¿os acordáis de las polis griegas?).

Bueno, eso es lo que se pensaba durante las primeras investigaciones arqueológicas y lo que estudiábamos en el colegio. Los estudiosos actuales no las llaman “ciudades-estado” sino “entidades políticas mayas”, porque su forma de gobierno y estructuración social era única y propia de ellos.

Lo cierto es que las llamadas “ciudades mayas”… no eran exactamente “ciudades”. Actualmente se prefiere llamarlos “asentamientos”. Arqueológicamente hablando, se les llama “sitios”.

En realidad eran algo así como pequeñísimos reinos: los españoles de la conquista los llamaban “señoríos”, y los arqueólogos e historiadores también emplean frecuentemente este nombre porque les parece muy acertado (llamaban así a las entidades políticas que quedaban de los mayas, en las tierras bajas del norte, y que se fundaron después del “colapso”; la mayoría fueron destruidas durante la Conquista). A veces los denominaban “reinos” si eran suficientemente grandes o importantes. Estos “señoríos” o “reinos” consistían invariablemente en:

1) –Una relativamente reducida zona de edificios de piedra muy dispersos (la “ciudad” propiamente dicha, algo así como la capital, donde se hallaban los templos y los palacios que hicieron famosos a los mayas como soberbios constructores). Los mayas no tenían un signo genérico para designar a sus ciudades, ya que las llamaban por su nombre específico (cada ciudad tenía un llamado “glifo emblema” propio, como los tenían los reyes y dinastías). El término que parece ser empleaban los mayas para referirse a sus “ciudades” era el símbolo kah, que significaba varias cosas como “asentamiento, población, ciudad” (en la wikipedia inglesa mencionan también el término Wakab’nal y Maxam, pero es incorrecto: no aparece la fuente, y esos son los nombres de la ciudad maya de “El Naranjo”). Dada la importancia de la “ciudad”, en la actualidad se tiende a dar el nombre de ésta para referirse al señorío en su conjunto… pero no era lo que se hacía en la época.

2) –La tierra del reino propiamente dicha (se cree que se referían a ésta con el símbolo kab, “tierra, lugar de”), una mezcla de edificios de más pobre manufactura (p.e., cabañas, bohíos) en barrios todavía más dispersos que los de piedra, alrededor de la “capital”, a no muchas distancia de ésta, y con muchas tierras de cultivo, que servía de hinterland donde producir lo que la población del señorío necesitaba para alimentarse.

3) –Una zona de “influencia” (generalmente hasta donde llegaba la ley del señor), más alejada, de aldeas y villas dependientes de la “ciudad”, que aportaban suministros más especializados (pesca, madera, piedra, caza, etc.) o más alimentos procedentes de la agricultura.

Fuente de la terminología maya.

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Los españoles hacían especial hincapié en el carácter disperso de los asentamientos mayas porque les llamaba mucho la atención: no eran ciudades cerradas de calles angostas como las españolas, sino que tenían gigantescos espacios abiertos y avenidas entre edificio y edificio. Y muchas veces se cultivaba entre esos edificios.

Los arqueólogos, economistas e historiadores hacen notar, a su vez, que las llamadas “ciudades mayas” eran más bien… señoríos feudales con un centro de edificios funcionales comunes y, alrededor, las típicas viviendas de los siervos junto con las tierras de cultivo entre medias.

Había excepciones, como las ciudades más grandes (Tikal), pero es muy importante que podáis entender que las “ciudades mayas” eran muy personalistas.Parecen más bien “fincas” o “posesiones personales de gran calibre”, que ciudades propiamente dichas.

Y se dice esto no por nada, sino porque arqueólogos e historiadores hacen notar el papel extremadamente relevante que para el reino o señorío (ajawil, ajawlel oajawlil) tenía la figura del soberano o señor (ajaw, ahau, Halach Wíinik, -“Hombre verdadero”).

Nota: emplearemos los términos yucatecas que utilizaban los españoles en sus crónicas (y recordemos que son términos del postclásico, de después del “colapso”). No todos los mayas llamaban “nacom” a sus generales, por ejemplo.

Mientras que para un castellano de la misma época, su país (o entidad política) va a existir haya rey o no… con los mayas no sucedía lo mismo. El señor era la entidad aglutinadora del asentamiento (ocupaba todas las funciones relevantes: supremo líder guerrero, económico y religioso). Más que el rey… la dinastía del rey. Sin esa dinastía gobernante, sobrevenía el caos. Ya veremos eso más en detalle.

Las ciudades-estado mayas no tenían el carácter tan variado de formas de gobierno de las polis griegas, donde unas eran democracias (como la ateniense), tiranías, repúblicas oligárquicas, gerontocracias e incluso reinos. Las ciudades mayas eran todas reinos hereditarios (salvo que no hubiera otra opción, heredaban los varones de la dinastía). La figura gobernante era el soberano (en las crónicas españolas aparecen los nombres de “rey”, “señor” e incluso “cacique”), el cual erael dueño del reino y retenía en su persona el papel supremo de todas las funciones relevantes.

La tierra era del soberano y él permitía trabajar a los campesinos a cambio de tributos (un tercio de la producción, según los cronistas españoles), los cuales servían para mantenerle a él y su corte-gobierno. Es decir, los mayas no veían los sitios donde vivían como, por ejemplo, “el reino de Palenque” o “el reino de Chichén-Itzá”, sino como “las tierras de la dinastía Janaab” (la dinastía del famoso Pacal “el Grande”) o “las tierras de los Ah-Itzá” (literalmente, “brujos/hechiceros del agua”), respectivamente. Otro ejemplo: la capital del reino de Saal era la ciudad que hoy llamamos “El Naranjo” (Wak’kab’nal), sí, pero no era “el reino de la ciudad de Wak’kab’nal”.

Estos soberanos o reyes eran a la vez la suma autoridad religiosa del asentamiento.

Subordinados a este soberano quedaba una clase noble (almenehoob, literalmente “los de buena familia” o “los que tienen padres y madres”), frecuentemente emparentados con él, que ocupaban las posiciones relevantes de la sociedad (líderes guerreros, sacerdotes, escribas) y que organizaban bajo su mando a la clase más numerosas de campesinos y artesanos (Yalba Uinikoob -“Hombres pequeños”, Chemal Uinicoob, Memba Uinicoob o Pizilcan, -se suele traducir como “plebeyos”), encargados de las tareas de trabajo centrados en la agricultura, obras públicas, minería, etc.

Aparte, existía una ingente población de esclavos, normalmente procedentes de las numerosas guerras que libraban entre sí estas diferentes “ciudades-estado” y que realizaban las tareas más arduas (podían “servir” para “otras cosas” que veremos más adelante), aunque también podían haber sido reducidos a ese estado como castigo por algún delito o tener deudas.

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Bueno. A partir de ahora, para no marearos mucho con la terminología, intentaremos “simplificar” y emplear el popular término “ciudad” (aunque no sea  muy correcto) para referirnos a “las entidades políticas mayas”. A fin de cuentas, en documentales y libros no especializados no se refieren a Copán como el “asentamiento”, “sitio”, “señorío” o “ajawil” de Oxwitik, sino como “la ciudad de Copán”.

Ya que estamos en ello… otra cuestión importante de la que ya hemos hablado pero que queremos remarcar: a diferencia de sus vecinos los mexicas (“aztecas”),los mayas nunca constituyeron una unidad política. No formaron un imperio (aunque en ocasiones establecieran “ligas de ciudades” o alianzas estables, como la liderada por Mayapán, una confederación de carácter bélico-defensivo).

Ni siquiera se alinearon en formaciones étnicas (diferentes naciones lingüísticas convivían en la misma ciudad y ciudades compuestas por el mismo grupo étnico combatían alegremente entre sí, sin considerarse siquiera parientes, si bien lo normal es que cada “ciudad” estuviera habitada por los miembros del mismo linaje extendido, como el caso de los Itzá de Chichén-Itzá). La “ciudad-estado”, el señorío, el ajawil… lo era todo para ellos en términos políticos.

Si bien se dieron numerosos casos a lo largo de la historia maya, de ciudades que adquirieron una hegemonía transitoria sobre otras ciudades (por ejemplo, Copán sobre Quiriguá), muy raras veces esta preponderancia se manifestó en la destrucción o siquiera la conquista total de la ciudad rival (hasta el “colapso”). La inmensa mayoría de las veces, las ciudades líderes se limitaban a exigir tributos a sus subordinadas o a enlazar matrimonialmente al perdedor con la dinastía ganadora, pero estas “ciudades-estado” casi nunca dejaban de existir como entidades independientes. La mayoría de los reinos continuaron inalterados desde que nacieron hasta su desaparición durante el “colapso”, por ejemplo.

Esto era así porque el concepto de “guerra” de los antiguos mayas era muy, muy, muy distinto del de los europeos y gentes del “Viejo Mundo”.

Los mayas no eran muy diferentes de otras naciones y pueblos del Mundo Antiguo: guerreaban “que era un gusto” entre ellos. La diferencia estribaba en cómo guerreaban. Los mayas no iniciaban “guerras de conquista”, “asimilación” o “aniquilamiento” como los chinos, árabes y europeos. El ahau y los nobles designaban un nacom (una especie de general, la mayoría de las veces noble y de carácter hereditario) que dirigía y formaba a las tropas dando órdenes a los bataboob(“oficiales”, normalmente de la nobleza menor), los cuales eran los encargados de reclutar entre la población a los más aptos para la guerra y cuestiones delicadas como la mensajería (Ah Kuleloob, ayudantes) y la “policía” (tupiles, “alguaciles”, en las crónicas españolas).

Los mayas tenían dos tipos de ejército: uno pequeño y permanente, formados por los nobles, al cual se le añadía, en casos de emergencia, una milicia ciudadana.La guerra era un asunto aristocrático, en líneas generales: los ejércitos mayas eran pequeños, no superaban unos cuantos de miles de hombres incluso en los casos más desesperados, ya que se necesitaba a la población para cultivar. Ni que decir tiene que las guerras aumentaron tanto en número como en intensidad conforme se acercaba el “colapso”. Parece como si los mayas se hubieran sumergido en una orgía de destrucción bélica.

Nota: durante mucho tiempo se creyó, por influencia de los primeros arqueólogos y aventureros, que los mayas fueron una civilización pacífica de místicos, sabios y ascetas, más preocupados en mirar las estrellas que otra cosa, y aparecen frecuentemente descritos en numerosos relatos del siglo XIX como “buenos salvajes”. Nada más lejos de la realidad. En la actualidad, está más que probado que los mayas fueron tan sanguinarios o más que otros pueblos del Mundo Antiguo, si bien hay que reconocer que no lograron superar a sus vecinos, los mexicas (“aztecas”) en cuanto a ferocidad bélica.

Las inscripciones en templos y estelas hablan en líneas generales de dos tipos de guerra:

-Las económicas. Guerras por conseguir un recurso, acceso a una ruta comercial, etc. Por ejemplo, las libradas entre Copán y Quiriguá por la ruta comercial del río Motagua o las guerras comerciales de Chichén-Itzá con sus vecinos por controlar el acceso a las rutas de jade desde Guatemala. Uno de los muy infrecuentes casos de destrucción total de una ciudad le ocurrió a la ciudad de Colha, en Belice, destruida por un invasor desconocido que quería apoderarse de sus minas de obsidiana.

-Las religiosas. Estas guerras son las que más llaman la atención de los investigadores y curiosos. Eran más que guerras, incursiones, con el propósito de…capturar esclavos. Estos esclavos eran utilizados como mano de obra forzosa… o para los sacrificios religiosos.

Frescos de Bonampak, selva lacandona de Chiapas, México. Muestran cautivos de guerra esclavizados.

Frescos de Bonampak, selva lacandona de Chiapas, México. Muestran cautivos de guerra esclavizados.

Isabel y yo discrepamos sobre las guerras religiosas. Para ella, el componente religioso de las mismas está más que probado (siempre añadido a las circunstancias económicas y sociales… la religión es parte, según ella, de los motivos sociales de una guerra, pero los económicos y culturales están ahí). Yo no lo niego ni cuestiono la fe de los antiguos mayas, simplemente quiero reseñar que esas guerras aparentemente “religiosas” en su naturaleza, tienen de fondo una más que clara motivación económica y las considero otro tipo de “guerra económica”, independientemente de lo que dijeran los mayas sobre por qué iban a esas guerras. Si bien no existe ningún texto maya donde se explicite adrede que los mayas iban a la guerra exclusivamente para obtener esclavos y eso se lo reconozco a Isabel, la religiosidad del asunto para mí es una excusa consciente o inconsciente, sincera o insincera. Para mí, como economista, va antes la motivación económica de conseguir “un producto” más. En este caso, esclavos, ya sea como mano de obra o como “material de sacrificio religioso”. Isabel reconoce que la motivación religiosa puede ser una excusa… de parte del noble que manda a otro a morir. El que tiene fe y se juega la vida, tiene un motivo religioso.

Ya que hablamos de “religión”… ¿os habéis fijado en las creencias mayas? Dicen muchísimo de lo que pensaban los antiguos mayas.

No se sabe muy bien en qué consistía la religión maya porque se han perdido multitud de registros y tradiciones debido al “colapso” y a la introducción del cristianismo entre los mayas, pero se conservan los suficientes retazos como para hacernos una idea general de en qué creían. Y los mayas fueron una sociedad tan religiosa (el mismísimo soberano era también el sumo sacerdote) que es calificada comúnmente como una “teocracia” (sociedad gobernada por los sacerdotes o religiosos).

El soberano de la ciudad era también la máxima autoridad religiosa, pero las crónicas españolas recogen que solía delegar en una especie de “gran sacerdote” (Ahau Kan Mai, Ahuacan, “señor serpiente”), el cual tenía bajo su mando a los sacerdotes propiamente dichos, que se encargaban de los rituales, cálculos astronómicos, la labor de escribas y los sacrificios: los ahkincob (en singular, Ahkin, “el que viene del Sol”), que eran considerados nobles también (solían provenir de familias aristocráticas). Integrados en esta especie de estructura jerárquica, estaban los chilames o sacerdotes especializados encargados de la adivinación y las profecías.Nota: éstos también son términos yucatecas, posteriores al “colapso”.

Los mayas eran politeístas (creían en una multitud de dioses, cada uno de los cuales representaba un aspecto concreto de la realidad de los mayas, a veces más de un aspecto): había dioses del cielo, como Itzamná, el dios anciano que era también el dios creador en algunos mitos;

Itzamná, dios creador maya.

dioses y diosas del maíz como el dios Tonsurado;

Dios del maíz tonsurado, códice de París.

dioses de la tierra y del agua subterránea, como los bacabs; del rayo como Bolon Dzacab; del viento como Jun Raqan (de hecho, la palabra “huracán” proviene del nombre de este dios, que compartían con los nativos caribeños, los cuales le llamaban Hurakan en taíno, y así pasó al español); de la lluvia, como los chaacs (a veces os lo encontraréis como Chaac, haciendo ver que era un dios; no os extrañe: la inmensa mayoría de los dioses mayas tenían decenas de aspectos diferentes y se les consideraba uno y varios a la vez, en una especie de asociación como la Trinidad cristiana);

Urna incensaria maya en forma de chaac.

…o del sol como Kinich Ahau.

Tenían incluso dioses de los números.

Pero lo que queremos que notéis es el “ambiente” y la “estética” de la religión y la mitología mayas, que han llegado hasta nosotros a través de los registros del obispo Landa, del Popol Vuh, los libros Chilam Balam (“sacerdote jaguar”, unas recopilaciones en lengua maya de profecías y relatos tradicionales), de diversos códices y de las tradiciones supervivientes de algunos mayas actuales como los lacandones (los de la zona de Chiapas, México).

Es una religión muy tétrica, muy fúnebre, obsesionada con tooooooodo lo que esté relacionado con la muerte (sangre, huesos, sacrificios cruentos, arrancamiento de corazones, el jaguar, la serpiente y el murciélago como símbolos de muerte, momias, grandes tumbas y complejos funerarios…) y con los ciclos de creación-destrucción.

Relieve de templo maya.

Relieve de templo maya. Palenque, México.

Tzompantli de Chichén-Itzá. Tzompantli significa "muro de cráneos" y es un término nahuatl, no maya, pero también se le aplica a esta cultura: era una plataforma de piedra donde se exponían los cráneos de los sacrificados a los dioses.

Relieve en forma de cráneos y huesos de una edificación de Uxmal.

A ver, entendedme: la religión maya era muy rica y variada y no se centraba sólo en estos aspectos tétricos y fúnebres (también tenían festivales y ocasiones de celebración como nacimientos, bodas y ritos de mayoría de edad), pero estos aspectos son especialmente destacables y son especialmente estudiados porque son muy relevantes para entender cómo pensaban los mayas: otras culturas obsesionadas con la muerte, como la de los egipcios, no se regodeaban tanto en lo macabro. Si los mayas (y otros pueblos mesoamericanos vecinos) lo hacían, por algo sería.

De hecho, la mayoría de los relatos mitológicos que han llegado hasta nosotros versan principalmente sobre sacrificios, de las acciones de los dioses de la muerte y los ciclos de creación y destrucción. El Popol Vuh, la principal fuente de relatos mitológicos que ha llegado hasta nosotros, trata de cómo los héroes gemelos Hunahpu (“Uno Cazador con Cerbatana”) y Xbalanque (“Jaguar Sol”) logran vencer a los dioses de la muerte Hunhau (“Señor Uno Muerte”) yUacmitun Ahau (“Señor Siete Muerte”) que lideran una corte de cinco parejas de dioses demoníacos con poderes sobre el miedo, el dolor, la enfermedad, etc.: Xiquiripat (“Sarna Voladora”) y Cuchumaquic (“Sangre Reunida”) que hacen enfermar la sangre de los vivos; Ahalpuh (“Demonio del Pus”) y Ahalgana (“Demonio de la Ictericia”) que hacen enfermar el cuerpo y la piel de sus víctimas; Chamiabac (“Vara de Hueso”) y Chamiaholom (“Vara de Calavera”) que convierten a los cadáveres en esqueletos; Ahalmez (“Demonio Barredor”) y Ahaltocob (“Demonio Empalador”) que se ocultan en las áreas sin barrer de las casas y empalan a los habitantes de ésta hasta la muerte (se ve que son una representación moral de que debes mantener tu casa limpia o te morirás por la suciedad); Xic (“Ala”) y Patan (“Tira de mochila”) que hacen morir a la gente provocándoles una tos sanguinolenta cuando viajan por los caminos (seguramente una advertencia contra el sobreesfuerzo).

No hay más que ver las imágenes de los dioses de la muerte. Terroríficos.

Dios A o Ah Puch, uno de los dioses de la muerte mayas, en su aspecto de cazador.

Dios A, en el códice de Dresde.

Ah Puch, dios maya de la muerte.

Hun-Hunahpu (a veces identificado pero no de manera concluyente como el dios-padre maíz Tonsurado), el padre de los gemelos, fue engañado junto con su hermano, ambos jugadores de pelota, por los dioses de la muerte, llevados al Xibalbá (literalmente, “lugar de terror”, el inframundo o infierno maya), donde se les cortó la cabeza (los muy cabrones les hicieron jugar con una pelota de donde salían pinchos y filos cortantes) y se dejaron colgadas de un árbol (este relato seguramente sea una reminiscencia de anteriores costumbres de cazadores de cabezas como las que tienen los nativos dayakos de Borneo, los antiguos celtas y algunas tribus de Assam).

El Xibalbá es para imaginárselo: ríos llenos de escorpiones, de sangre y de pus. Y un detalle muy curioso… parece describir una ciudad en ruinas y llena de peligros. Los señores de Xibalbá disponían de seis “casas” cada una de las cuales consistía en una prueba mortal para los visitantes no deseados: la primera casa estaba totalmente a oscuras, la segunda absolutamente fría, la tercera llena de jaguares hambrientos, la cuarta de murciélagos que chillan sobrenaturalmente, la quinta está llena de cuchillas y filos que se mueven por sí solos, y la sexta era la casa del fuego (los que sepáis sobre mitología notaréis ciertos paralelismos con otras religiones que disponían de infiernos o “capas infernales especializados temáticamente”… como el budismo).

La historia que se narra en el Popol Vuh es como sigue: a Hun-Hunahpu, después de haber sido engañado por los señores de Xibalbá, se le convirtió la cabeza en calabaza. El jugo de la calabaza logró dejar preñada (no me preguntéis cómo) a Xquic, una de las hijas de los Oscuros Señores, con los dos gemelos. Ella huye del inframundo y da a luz a los chicos, los cuales, cuando crecen, se convierten en jugadores de pelota, descienden al infierno, vencen las pruebas infernales y derrotan a los señores del inframundo, recuperando los restos de su padre y su tío, pero no logran resucitarlos.

Como podéis ver es una historia muy tétrica. Ya sólo los nombres de algunos dioses ponen los pelos de punta.

Una nota que quiero dejar clara: como otras grandes civilizaciones de la Antigüedad, los mayas no tenían una religión unificada ni un corpus literario religioso único: esta religión tenía elementos estéticos y culturales comunes. El que era considerado un dios en una ciudad no lo era en otra o tenía diferentes atributos. Por ejemplo, Jun Raqan no era sólo dios del viento en algunas ciudades del sur, sino también del fuego; en el norte se adoraba a Kukulkán (el equivalente a Quetzalcoatl, el famoso “serpiente emplumada”,“importado” de la mitología tolteca) y no se le conocía en numerosas ciudades del sur, y los mitos y leyendas cambian horrores dependiendo de quién es el que la cuente. La leyenda de los héroes gemelos del Popol Vuh, por ejemplo, es un conjunto de relatos de la etnia quiché, pero es muy diferente en la mitología lacandona. Existen varios y muy diferentes mitos de la creación del mundo, por ejemplo, hasta el punto de que son contradictorios. Os lo aviso para que desconfiéis de esas “listas de dioses mayas” que aperecen por toda internet y que, muchas veces, se encuentran en sitios aparentemente fiables como la wikipedia inglesa (de la española ni hablamos).

Más cosas sobre las creencias mayas:

Seguramente sabréis de la festividad religiosa mexicana del “Día de los Muertos”, que se celebra el 2 de Noviembre: una festividad que contiene una gran cantidad de imaginería macabra. Esa fiesta es un resultado sincrético de las creencias de los antiguos pobladores mexicanos (mexicas, zapotecas y mayas) y las cristianas (“día de Todos los Santos”, que se celebra el 1 de Noviembre).

Nota para lectores españoles: el Día de Difuntos es el día dos en el calendario católico, pero nosotros lo celebramos el mismo día uno porque es fiesta.

Nota para lectores mexicanos: muchos mexicanos ven esta fiesta como una reminiscencia de orígenes exclusivamente “aztecas”. NO, es una creencia prehispánica y con muchas influencias cristianas de prácticamente toda Mesoamérica: mayas, totonacas y purépechas (tarascos) también la tenían.

Las pirámides mayas (templos escalonados) y numerosos edificios contienen multitud de referencias tétricas por doquier: calaveras, huesos… y uno de los “detalles” más conocidos y morbosos de la religión maya: los sacrificios humanos.

Son frecuentes los motivos, imágenes y referencias a los sacrificios humanos que se realizaban continuamente en la religiosa sociedad maya. Y, si bien los mayas no fueron tan “fanáticos” en su ansia de sacrificar personas como sus vecinos los mexicas, lo practicaron bastante y bastante a menudo. No sólo sacrificaban cruentamente (derramando sangre) personas, sino también animales (perros, pavos y ciervos, principalmente; en la Centroamérica del tiempo de los mayas no había ganado propiamente dicho: lo introdujeron los españoles, por mucho que en las fuentes de Zeitgeist se emperren en decir que había… ¡elefantes!).

Y cuando hablamos de “sacrificios humanos” no nos estamos refiriendo exclusivamente a la muerte de personas. También hablamos del sacrificio que realizaban algunas personas sobre sí mismas.

Los mayas estaban obsesionados con la sangre, que representa (obviamente) la fuerza vital.

Especialmente valiosa era la sangre procedente de una serie de fuentes:

-La de los niños (eran sacrificios muy infrecuentes: se celebraban para “santificar” la fundación de un templo u otro sitio importante), o alguna ocasión especial, como el ascenso al trono de un rey.

-La sangre real. La sangre de los miembros de las dinastías reales era especialmente apreciada para sacrificios. Aun más si provenían de los genitales (la sangre procedente de los lugares que crean vida). Son muy famosos los relieves de los señores que se taladran el pene con piedras afiladas (Chema: ¡aaaaargh!) y de damas que se atraviesan la lengua con cuerdas de las que cuelgan dientes de tiburón o espinas de raya. En otras ocasiones, las mujeres se taladraban las vaginas y se hacían pasar una cuerda a través (Isabel: ¡IIIIIH!). Éstos no son sacrificios “mortales” (Isabel: como se infecten, eso habrá que verlo)…  pero sí cruentos (con derramamiento de sangre): la sangre se recogía en papel de fibra vegetal que se quemaba después ante los altares.

Sacrificio de la realeza maya: la reina Xoc se pasa una cuerda llena de púas por la lengua ante su marido, el soberano "Escudo Jaguar". Yaxchilán, México.

-La sangre de corazones aún palpitantes arrancados por los sacerdotes del cuerpo de sus víctimas con cuchillos afilados de obsidiana y pedernal, la decapitación y el desparramamiento de entrañas. Normalmente las víctimas eran prisioneros de guerra o esclavos sacrificados en los altares. Este tipo de sangre era considerada un muy buen sacrificio porque era la máxima expresión de entrega: sangre aún viva, en los estertores de la muerte.

Vasija sacrifical maya con imaginería cruenta, objeto nº 12 de la sección "Arte americano del Mundo Antiguo", museo de Arte de Dallas

Pero éstos no eran los únicos tipos de sacrificios que realizaban los mayas.

De hecho, los mayas fueron inusuales entre los pueblos mesoamericanos en sus sacrificios en el sentido en que no todos implicaban muertes cruentas. Uno de los sacrificios más comunes entre los mayas consistía en arrojar gente (normalmente esclavos, atados unos a otros) a los cenotes (pozos de agua) de sus asentamientos, y allí morían ahogados. Este tipo de sacrificios es especialmente relevante para entender qué sucedió durante el “colapso”. Ya entraremos más en detalle sobre los cenotes, en el apartado económico de este artículo.

Fijaos: otra diferencia entre mayas y “aztecas” en cuanto a sacrificios se refiere y que quiero reseñar es que mientras que los “aztecas” sacrificaban humanos principalmente en honor a los dioses de la guerra y del sol, los mayas los sacrificaban en honor de los dioses del maíz, de la tierra y de la lluvia(especialmente a los chaacs o dioses de la lluvia). Interesante, ¿verdad?

Los sacrificios humanos son una constante de la inmensa mayoría de las culturas mesoamericanas (se supone que es una práctica de orígenes olmecas, la primera civilización mesoamericana y fue de lo primerito que hicieron desaparecer los misioneros cristianos), no sólo de los mayas y de los “aztecas”, pero éstos se especializaron más y más “espectacularmente” en este aspecto religioso.

Aquí tenéis un muy buen enlace sobre sacrificios humanos entre los mayas.

¿Por qué sacrificaban gente los mayas (y otros pueblos mesoamericanos)? Porque eran los sacrificios más importantes que podían ofrecer a sus dioses. Los mayas, en concreto, han dejado en sus textos y relatos (como en el Popol Vuh) la impresión de que con los sacrificios se “apaciguaba” y/o “alimentaba”… a los dioses. Si no se les adoraba correctamente, los dioses “se cabreaban” y enviaban todo tipo de desdichas o simplemente dejaban de proteger a sus adoradores. Los sacrificios eran especialmente reservados para ocasiones grandiosas de celebración (el ascenso de un rey, para propiciar un buen reinado)… o durante ocasiones de penurias (desastres naturales, hambruna, sequía, plagas, para ganar una guerra…). Es decir, si se tomaban el cruento trabajo de sacrificar gente era porque esperaban obtener “algo” importante a cambio. Es lo que se llama una “religión pactista o contractual” (como la judía con su pacto o “Alianza” entre Yaveh y el pueblo judío: los judíos le adoran en exclusiva y éste será el “pueblo elegido” y favorecido por él –viendo lo que han sufrido los judíos a los largo de su Historia se ve que el pacto no “funciona” lo que se dice muy bien).

Muy, pero que muy relacionado con la religión estaba el famoso y reconocido papel de los antiguos mayas como excelentes astrónomos.

Los mayas han pasado a la Historia como uno de los pueblos más obsesionados con las estrellas y la evolución de los cuerpos celestes. De hecho, gran parte de sus aportaciones consisten en observaciones y cálculos astronómicos muy complicados. Los mayas sabían calcular perfectamente cuándo iban a suceder los eclipses tanto solares como lunares, tenían tablas astronómicas para calcular las fases de la Luna, y se conocían al dedillo las órbitas de Venus, Marte, el Sol, Júpiter y Saturno. Es más, se piensa que numerosas estructuras urbanas mayas están orientadas hacia la órbita de alguno de estos cuerpos celestes. Venus era especialmente importante para mayas y “aztecas”, ya que era el planeta de la guerra para ellos, y su ascensión marcaba el tiempo idóneo para una guerra.

También tenían uno de los calendarios más exactos del Mundo Antiguo. Desarrollaron dos calendarios, uno solar o haab (de 365 días con 18 meses de 20 días, más uno adicional de 5), que era el que se usaba en las estelas y otros monumentos y otro lunar o tzolkin (de 260 días), que regulaban las actividades civiles y religiosas, respectivamente. Nota: el término tzolkin es moderno, no se sabe cómo lo llamaban los antiguos mayas.

Fuentes sobre el calendario maya y los conocimientos astronómicos de esta civilización:

http://www.mayasautenticos.com/calendar.htm

http://mathdl.maa.org/images/cms_upload/MayaTimeCycles2-143624.pdf

http://www.mayacalendar.com/loscalendariosmayas.html

http://www.manana.cz/index_en.html

Parecía como si los mayas estuvieran perennemente escrutando los cielos, ¿verdad? ¿Buscando… qué?

Buscando información… todo tipo de información. Cuándo entronizar a un rey, cuándo declarar la guerra, cuándo levantar un templo, cuándo comenzaban las estaciones, cuándo sobrevendrían los eclipses, cuándo daría a luz una mujer… Toda la fama que tenían los mayas como profetas o adivinos les venía porque les preguntaban a las estrellas (y otros tipos de “señales”, como las obtenidas a través de los rituales de los sacrificios) por multitud de cuestiones: si vendría una sequía, si se iba a morir alguien, si se iba a tener un hijo o una hija, etc. Si creían que las estrellas y los dioses que hablaban a través de ellas tenían las respuestas era porque… observaron que, estudiando las estrellas, podían averiguar ciclos seguros y estables: las estaciones, y cuál era el mejor momento para elsembrado y recogida de la cosecha. Nota de Isabel: alarma contra las falacias lógicas. Los mayas decidieron que “como me sirve para una cosa, me sirve para todo”. Que controlar la astrología te sirva para sembrar no implica que te sirva para saber cuándo tienes que declarar una guerra, por ejemplo.

¡Hombre, por fin toca hablar de Economía en serio!

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4. Una visión general de la economía y tecnología mayas. Los orígenes y causas del “colapso” de la civilización maya.

Bueno, seguramente os estéis preguntando “¿Por qué estos dos están contando a velocidad de vértigo la cultura de los antiguos mayas? ¿Qué importancia tiene? ¿No hemos venido aquí a hablar de Economía y del “colapso” maya?”

Porque no se puede (debe) hablar “sólo” del “colapso” o “sólo” de la “economía maya”… sin estudiar previamente quiénes eran, cómo vivían y dónde vivían los mayas. Es absurdo.

La Economía no es una ciencia aislada. Al contrario, es una ciencia social que integra numerosos aspectos de otras ciencias. De hecho, como me decían mis profesores, el estudio de la economía de un pueblo no puede desligarse del estudio de la sociedad y la tecnología de ese pueblo. Es imposible. Economía, sociedad y tecnología… son lo mismo. Hay que estudiarlo como un todo para establecer la visión de conjunto (como economista, he estudiado una visión de la Economía muy amplia, que engloba muchos aspectos; antiguamente se estudiaba de forma mucho más “especializada” y con cortedad de miras).

Estudiar el tema en cuestión de manera aislada equivale a estudiarlo mal… o no estudiarlo.

Como seguramente habréis observado los más atentos de vosotros, de todo lo que hemos dicho ya sobre los mayas se pueden extraer más que jugosas explicaciones, pistas y posibilidades acerca de lo que les aconteció durante el “colapso”. Pero aún nos queda hablar de uno de los aspectos más importantes, si no el más importante de esa sociedad y de toda sociedad: su economía.

Normalmente se estudia a los mayas por sus aportaciones astronómicas, arquitectónicas, artísticas… pero, ¿a que no los habéis estudiado en su faceta económica? Pues también son muy conocidos por ésta… en el mundo académico, claro. No a nivel “popular”. Vamos a intentar remediar eso, con la elaboración de este artículo.

Si hablamos de “economía maya”, lo primerito que hay que preguntarse es… ¿a qué se dedicaban los mayas?

Los mayas eran y son un pueblo eminente y predominantemente agrícola.

Agricultura maya actual en Chiapas, México.

A ver si entendéis la afirmación… cuando digo “eminente y predominantemente agrícola”, es que quiero decir que eran “más agrícolas” que otros pueblos del Mundo Antiguo, como los egipcios o los chinos.

Los mayas no tenían ganadería. No eran un pueblo “agropecuario”.

No, no tenían ganado de relieve. La megafauna (como los perezosos gigantes) y la mayoría de otros animales de buen tamaño de la zona desapareció en el Pleistoceno y comienzos del Holoceno (hacia el 10000 a.C.). Los biólogos postulan teorías acerca de una combinación de factores: cambio climático, fin de la Edad de Hielo… y la llegada del ser humano a la zona, procedente de Asia. Se cree que los pueblos prehistóricos antecesores de los antiguos mayas y de los olmecas extinguieron especies enteras (las más grandes y “con más alimento encima” son casi siempre las primeras en caer) y, conforme las iban exterminando, se vieron cada vez más y más necesitados de recurrir a la fuente segura de alimento que constituye… la agricultura. Los mayas tenían como “ganado” pavos y perros (sí, perros engordados adrede). Los mayas completaban su dieta vegetal con caza regular (tapires, ciervos, pécaris, tortugas, pájaros, etc.), miel y pesca en las zonas donde se podía pescar. No fue hasta la introducción del ganado doméstico de gran tamaño (vacas, ovejas, cabras, caballos) por los españoles que en la zona no se desarrolló una economía propiamente agropecuaria. Los primeros conquistadores se quejaban frecuentemente de la dieta mesoamericana, diciendo cosas como que “esta gente no come más que tortas de maíz”. El mismo Hernán Cortés postuló la teoría de que el canibalismo (se estaba refiriendo al de los “aztecas”) se debía a la ausencia de ganado en la región (en realidad era un canibalismo de índole religiosa y ritual, no por necesidad alimenticia).

Otro punto importante de la ausencia de ganado residía en que no tenían animales de tiro ni de transporte. Ésa es una de las principales razones por las que los mayas guerreaban tanto en busca de esclavos: eran los “sustitutos” de los bueyes, mulas, caballos, etc., de otras civilizaciones.

Ese detalle de la ausencia de ganado es bastante importante, porque demuestra que los mayas dependían casi exclusivamente de una fuente principal de alimento (la vegetal, sus cosechas) y que tenían muy pocas alternativas a ésta.

¿Y qué cultivaban los mayas? Principalmente la “tríada mesomaericana” (también llamada entre los amerindios de Estados Unidos “las tres hermanas”): maíz, calabacín y judías.

La tríada alimenticia mesoamericana: maíz, calabaza y judías.

Los mayas y otros pueblos mesoamericanos cultivaban y cultivan un montón de variedades diferentes de maíz.

Diferentes tipos de maíz mesoamericano.

Tantas, que tenían más de un dios del maíz en su panteón de deidades. Y los cocinaban y preparaban de muy diversas formas (la más conocida popularmente es la de en forma de “tortillas”, tras el proceso de nixtamalización, que tantas veces aparece en el arte maya y mesoamericano).

Pero no sólo cultivaban maíz, calabacines y judías (rojas, pintas y negras): la dieta vegetal maya era muy rica y variada (más que la europea de la Edad Oscura): los mayas cultivaban chile, pimienta, mandioca (o yuca). Y una inmensa variedad de frutos y vegetales comestibles: tomate, aguacate, guayabas, guanábana (una especie de chirimoya), mamey, mamey zapote, nuez maya (en España, el fruto del ramón), papaya, piña, calabaza, boniato (o batata, en América también se la llama camote o patata dulce), chaya (“árbol de las espinacas”), cacahuete, cacao (valiosísimo para los mayas), chayote (una especie de calabaza), y todas las variedades comestibles del género de tubérculos Xanthosoma (“malanga”, me ha dicho que se les llama un cliente cubano que tengo, no sé cómo se les llama en Guatemala o en México, si alguien lo sabe que me lo aclare en los comentarios, gracias).

Y, por supuesto, tooooda la amplia variedad de especias y sazones de las que tan escasa estuvo siempre Europa: vainilla, epazote, achiote o urucú, canela blanca, acuyo o hierba santa, etc.

Vamos, que si bien los mayas no tenían donde escoger en alimentos cárnicos, en cuanto a vegetales no les faltaban opciones.

Así pues, los mayas eran un pueblo ante todo, agrícola. Y… sabían cultivar, indudablemente.

Pero… ya dijimos antes que en la región de los mayas no hay grandes ríos con inundación estacional fertilizadora como las de otras grandes civilizaciones del Mundo Antiguo.

Los mayas desarrollaron, tras la experimentación de culturas y civilizaciones anteriores (como la olmeca), un sistema sustitutivo que les permitiera unos cultivos masivos y produjera excedentes sin los cuales no hay “gran civilización” que valga.

A ver, tened esto claro, por favor: las grandes civilizaciones y sociedades más avanzadas se han dado o han tenido sus orígenes donde se ha podido producir un excedente económico considerable en la producción alimentaria (Egipto, Sumeria, China…). Es decir, las sociedades primitivas y tribales pueden funcionar y lo hacen muy bien con una economía básica “justita”, donde se consume lo que se produce. Pero si se quiere avanzar y mejorar las condiciones de vida, que es lo que significa crecer económicamente… tiene que sobrar comida.

No hay otra.

Porque el alimento es el principal recurso a tener en cuenta en una economía cualquiera. Es lo principal a tener en cuenta para la supervivencia, qué caramba.

Una vez liberados de la necesidad constante de obtener alimento (lo más básico para la supervivencia), los individuos pertenecientes a esas sociedades donde se produce y almacena más comida de la estrictamente necesaria, pueden dedicar tiempo a muchas otras cosas que mejoren su calidad de vida: hacer cálculos, esculpir, construir edificios, buscar remedios para las enfermedades, componer canciones, inventar cosas como la escritura, mejorar los sistemas de producción, fabricar lujos y comodidades (como una cama o una joya), pararse a pensar en el cosmos y en qué hay más allá de esta vida, cómo organizarse, ver las estrellas, debatir con sus congéneres, etc. Cosas que no podrías hacer o no podrías hacer tanto como te gustaría si tienes que estar la mayor parte del tiempo consiguiendo comida.

Ésa es la regla general, la cuestión principal de por qué surge una gran civilización a partir de una sociedad más primitiva y eso les sucedió a los mayas.Encontraron formas de producir masivamente comida, que fue lo que condujo a la formación de su civilización.

¿Cómo?

Los mayas desarrollaron una serie de técnicas agrícolas que les permitieron producir grandes cantidades (relativamente, no tanto como los egipcios o sumerios, porque éstos sí tenían grandes ríos en su región) de excedentes alimentarios.

Los mayas pelearon como fieras contra su terreno, que no se prestaba precisamente a la agricultura.

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Los mayas, como ya vimos, viven en tres zonas geográficas: las tierras altas, las tierras bajas del sur y, después del “colapso”, en las tierras bajas del norte.

Las tierras altas tienen un clima más fresco y húmedo que las tierras bajas del sur: llueve más. El problema es que es una zona agreste y rocosa. Son malas tierras de cultivo en líneas generales. Es por eso que se encuentran pocos asentamientos y ciudades mayas en esta región. Los mayas de esta zona cultivaban especies adaptadas al clima en bancales y terrazas y las vendían a los mayas de las tierras bajas del sur.

Como ahí no se podía cultivar mucho, los mayas se prodigaron más en las tierras bajas del sur, que son llanuras y, por tanto, sitios más aptos para el cultivo. De hecho, éste fue el corazón de la civilización maya: donde se desarrolló su cultura en todo su esplendor. La inmensa mayoría de las ciudades y de las ciudades más grandes están en esta zona de las tierras bajas del sur (para que veáis la importancia de la agricultura y de la comida). Es una zona menos lluviosa, pero sigue siendo tropical.

El problema es ése: que es tropical y está frecuentemente cubierta de bosques y junglas.

Los mayas desarrollaron principalmente aquí su civilización al utilizar la técnica de agricultura de tala y quema, también llamada de agricultura de roza, tumba y quema.

Agricultura de tala y quema.

Consiste en despejar el bosque talándolo, dejándolo secar y quemándolo posteriormente. Se obtiene así mucha madera para la construcción y la producción de herramientas… y la ceniza resultante de la quema tiene un poder fertilizador poderosísimo durante uno o dos años (en cosechas anuales). También se obtiene mucho espacio para construir edificios, desaparecen fieras e insectos dañinos, etc.

Con esta técnica se producen cosechas magníficas, pero durante un reducido tiempo. Una vez las cosechas han absorbido esos nutrientes artificialmente extras (y fácilmente absorbibles por las raíces de las plantas, ya que están en formato “polvo”), el suelo queda muy empobrecido y las cosechas siguientes son muy malas en esa tierra. ¿Cómo solucionaban eso los mayas (y otros pueblos)?

Abandonaban esa tierra durante un periodo de tiempo y cultivaban con ese sistema en otro lado… mientras se regeneraba. ¿Cómo se regenera un terreno que ha perdido sus nutrientes?

Principalmente con la lluvia.

Transcurridos algunos años, la lluvia caída, que contiene (y arrastra) disueltos nutrientes y sales de los que las plantas se pueden alimentar, vuelve a hacer fértiles los campos que se cultivaron con la quema y tala (en Geología y Biología se le conoce a ese proceso de arrastre, transporte y disolución de nutrientes de los suelos como parte del llamado “ciclo hidrológico” o “ciclo del agua“).

Depende de la calidad de los suelos, la lluvia y el clima, cuánta población haya en la zona, etc., pero lo normal es dejar “descansar” el suelo entre cinco y diez años (en Europa menos, porque los suelos suelen ser más ricos en nutrientes que en Mesoamérica).

A esta técnica se la llama de barbecho o de “rotación de los suelos” (porque se van rotando las tierras en un ciclo de “ahora planto en este terreno, el año que viene allí, luego vuelvo al primero”, etc.).

Secuencia del barbecho.

Bueno, varias cosas que quiero que veáis es que con estas técnicas se produce un montón de cosechas y, por tanto, de alimentos, peroooo… no tantas ni de forma tan segura y estable como en la agricultura egipcia o sumeria.

1) –Los cultivos de los mayas eran prácticamente todos de secano. Es decir, dependían del agua de lluvia, a diferencia de egipcios y sumerios, que tenían cultivos de regadío y esperaban sentados como quien dice a que las inundaciones estacionales anegaran sus campos cruzados por canales para dejarlos bien fertilizaditos. Si os fijáis, los mayas no tenían tantas grandes obras de canalización hidráulica (canales, presas) como egipcios, chinos y sumerios. Los mayas no tenían muchos canales… porque no había mucho que canalizar.

2) -Uno de los problemas más graves que tenían los mayas es que… los suelos de su región son relativamente porosos y se empobrecen rápidamente. Y los mayas dependían mucho del sistema de quema y tala para solucionar eso. La inmensa mayoría de entornos selváticos son muy pobres en nutrientes. Pueden utilizarse para la agricultura pero son malos para la agricultura intensiva, esto es, una agricultura donde se produzcan cantidades inmensas de cosechas en reducidos espacios, de un solo tipo de producto, una cosecha tras otra. Los agricultores de otras partes del mundo solucionaban el problema del empobrecimiento de sus suelos, forzados continuamente a producir año tras año… fertilizándolos artificialmente: echándoles nutrientes. ¿Cómo? Con abono: echándoles excrementos y otros restos (huesos) de animales (los agricultores europeos de la Edad Media, una vez recogida la cosecha, hacían pasar al ganado sobre la tierra para que los animales defecaran sobre ésta, o recogían las heces adrede y las echaban en la tierra, fertilizándola, y haciéndola viable para otra cosecha siguiente, a eso se le llama “fertilizar por estabulación”).

Pero los mayas… no tenían ganado.

Es decir, que los mayas volvían a depender una vez más, de las bondades de su muy lluvioso clima. Esa suerte sí la tenían. Al ser un entorno tropical, llueve bastante más que en Europa, Egipto y Sumeria.

Regiones climáticas de Centroamérica y el Caribe.

Como podéis ir viendo… la lluvia era fundamental para los mayas.

Fun-da-men-tal.

Isabel ya os ha explicado que los dioses del agua son de los más prominentes en el panteón maya… junto con los de la muerte y las cosechas.

Hablando de la importancia del papel del agua y la lluvia en la cultura maya… simplemente os pido que comparéis con otras civilizaciones y observéis que los egipcios, por ejemplo, si bien le otorgaban una importancia atroz al agua… no se la otorgaban a las lluvias. En Egipto no llovía apenas (es un clima desértico): para los egipcios, lo importante era su río, el Nilo, ésa era su fuente de agua y de vida, a la que le dedicaban su atención, ni siquiera tenían un dios dedicado en exclusiva a las lluvias (Seth, dios de las tormentas, de la guerra, del desierto, del mal, de la realeza, etc., y Tefnut, una diosa menor de la lluvia y del rocío, tenían ese aspecto en la religión egipcia). Los mayas tenían varios dioses dedicados en exclusiva a la lluvia (los chaacs).

Y… si no tenían grandes ríos ni embalses ni canales (obras públicas de irrigación, una de las primeras señales de avance económico)… ¿de dónde sacaban el agua los mayas? Toda civilización y toda sociedad requiere de grandes cantidades de agua para vivir, ¿no?

Una gran mayoría de asentamientos y ciudades mayas se situaban cerca de un río, un arroyo… o un cenote (del yucateca ts’onot, “pozo”).

¿Qué es un cenote? Esto:

Cenote de Kantun-Chi, México.

Cenote Zacatón, México. El pozo más profundo del mundo.

Cenote de Yucatán.

En castellano europeo recibe varios nombres, como “pozo natural” o “cubeta”, pero el término geológico correcto es “dolina de hundimiento”. Es un pozo natural que se produce cuando una sección del suelo kárstico y poroso (tan típico de las regiones mayas) se derrumba tras haber sido socavado por disolución de sus materiales con la acción de las lluvias, dejando al descubierto y accesible el agua de inmensos e increíbles complejos hídricos subterráneos.

Los cenotes son mucho más abundantes y mucho más profundos (contienen más agua) cuanto más nos aproximamos al norte de la región maya.

Se alimentan del agua de correntío de las lluvias, y forman auténticos ríos y lagos subterráneos, tan inmensos que pueden almacenar agua durante años. Son tan profundos que numerosos aficionados al submarinismo los recorren en la actualidad cuando practican su deporte.

Estos fueron los “equivalentes” de los ríos y embalses de otras grandes civilizaciones del Mundo Antiguo.

La mayoría de estos cenotes son preciosos y constituyen un atractivo turístico en la actualidad… especialmente ahora que sabemos la importancia que para los mayas tenían estos cenotes.

Tanta importancia tenían que eran sagrados: los mayas sacrificaban gente ahogándolos en ellos a los chaacs.

También lanzaban estatuillas y todo tipo de exvotos (se han llegado a encontrar objetos de oro), pero lo que demuestra realmente la importancia de estos pozos es eso mismo: el hecho de que sacrificaban vidas humanas. Los sacrificaban por muchos motivos (agradar a los dioses, para implorar respuestas y soluciones a diversas cuestiones y calamidades), pero principalmente… para pedir que no faltara el agua.

Uy, uy, uy… ya os estáis imaginando dónde queremos ir a parar, ¿verdad?

Pero quedan muchas más cosa sobre las que hablar.

Por ejemplo… espero que podáis entender que, dependiendo de lo que a uno se dedique y cómo se dedique económicamente, así se organizará socialmente.

¿Por qué se organizaron los mayas en ciudades-estado? ¿Os acordáis de lo que estuvimos hablando sobre que a los primeros conquistadores les parecían muy amplias las ciudades mayas?

Los mayas tenían una economía y un entorno que les permitía o que se prestaba a la formación de ciudades-estado (“fincas gigantes”), pero que “no daba” para la formación de grandes imperios estables (como Egipto).

Se cultivaba por todos lados. Con el sistema de producción agrícola de tala y quema y el de rotación se necesita mucha, mucha tierra cultivable. Y dado que había que dejar la tierra descansando durante tantos años para recuperarla, ¿qué hacían los mayas? ¿Morirse de hambre a la espera de que los suelos se regeneraran? No, claro: cultivaban MÁS tierra. Toda la que pudieran más cercana posible al asentamiento principal.

Es por eso que las ciudades mayas les parecían TAN amplias a los españoles: los edificios estaban separados para permitir el mayor acceso posible a la tierra alrededor de éstos sin que estuviera excesivamente lejos de donde sus pobladores habitaban (las aldeas y otras subpoblaciones o “zonas de influencia” alrededor de las ciudades-capitales que vimos en anteriores apartados tenían un carácter seminomádico debido a que se dedicaban a la agricultura de tala y quema).

Ésa es una de las grandes razones por las que los mayas se organizaron en algo parecido a ciudades-estado. Como hicieron notar los arqueólogos y economistas estudiosos de los mayas, sus famosas ciudades-estado parecen más gigantescas fincas que otra cosa.

Ésa fue la forma que eligieron para gobernarse porque era la que más y mejor se prestaba a sus circunstancias: son agrupaciones de agricultores en torno a un centro dirigente. Los mayas y otros pueblos mesoamericanos de cultura similar, fueron evolucionando a partir de pueblos nómadas que practicaban la agricultura de tala y quema, y se fueron agrupando y concentrando más y más en torno a asentamientos estables que prestaban funciones comunes(principalmente actuaban como mercados, esto es, como centros comerciales… y como centros religiosos). Conforme iban evolucionando más y más, su sociedad dio paso a una forma mucho más especializada de organización política que coordinara los esfuerzos de estos agricultores para formar una sociedad “mejor” y más compleja.

Los mayas se agruparon en torno a centros de gobierno centralizado (las ciudades propiamente dichas), dirigidas por un soberano que reunía en su persona las funciones tradicionales de señor y dueño económico, supremo líder guerrero y suprema autoridad religiosa.

Escultura de la cabeza del soberano Pacal de la dinastía Janaab, llamado popularmente "el Grande", señor de Palenque.

En suma, el soberano era un coordinador económico y social, que llegaba a esa posición debido principalmente a su papel como guerrero y protector ante otras tribus, naciones y asentamientos y como “suministrador” de mano de obra forzosa mediante los esclavos que “les sacaba” a otros asentamientos con las guerras (era a la vez protector de su asentamiento y atacante de otros asentamientos)… para que hicieran los trabajos más onerosos.

¿Entendéis por qué los soberanos aglutinaron las tres funciones de guerrero, persona más rica y líder religioso?

Por ponerlo más claramente, como me explicaron mis profesores, “el dueño de la finca dirigía desde su mansión de piedra a sus trabajadores que vivían alrededor, cultivando y trabajando… mientras los protegía de amenazas externas… con el beneplácito de los dioses, claro”.

En términos históricos, se denomina a esta forma organizativa maya “el paradigma de corte”. Es decir, el paradigma (modelo o patrón) de organización maya era el de una corte (el soberano más sus allegados, que constituían la clase dirigente y que ocupaba todas las funciones relevantes y que vivía en las urbes de piedra) en torno a la cual giraba todo el proceso social y económico productivo realizado (en su inmensa mayoría, por el resto del pueblo).

Estas cortes fueron las responsables del inmenso desarrollo del proceso cultural maya. Liberadas del trabajo duro y menial (que realizaban el pueblo llano y los esclavos), aquellas cortes fueron a la vez las productoras y destinatarias de todos los avances culturales por los que se hicieron famosos los mayas:escritura, Astronomía, Matemáticas, urbanismo, etc.

Esa “corte” lo era todo en términos organizativos de la ciudad-estado-finca-centro comercial-centro cultural. Ya vimos que los mayas no llamaban normalmente a sus reinos por el nombre de su ciudad-asentamiento capital, sino por el nombre de la dinastía o linaje gobernante (“tierras de…”).

Fue la misma evolución que tuvieron, más o menos, por ejemplo, los mesopotámicos (sumerios, acadios y pueblos posteriores de la región del Tigris y el Eúfrates) y los griegos. Pero… mesopotámicos, egipcios, chinos e incluso griegos, “aztecas” e incas posteriormente, no se quedaron “atascados” en esta forma de organización social. Continuaron evolucionando hacia la formación de poderosos estados e imperios que englobaban varias ciudades y poblaciones.

Los mayas, no.

Ellos no se lo podían permitir. Los excedentes creados mediante sus sistemas de producción económico-alimentarios “no daban” para más.

Si bien su economía daba para la formación de sociedades en forma de ciudades-estado, no se podía permitir el establecimiento de sistemas organizativos más complejos, aunque lograran manejar bastante eficientemente sus excedentes económicos: las ciudades mayas formaban centros comerciales principales donde iban a parar los productos de la zona de influencia e intentaban ser lo más autosuficientes posibles, mientras se comerciaba con aquellas otras ciudades y asentamientos con sus excedentes en busca de aquellas cosas que no se producían en la zona de influencia de la ciudad.

El origen de estas ciudades (y muuuchas otras del mundo) está en el ser centros de intercambio comercial común: mercados.

Ése fue el origen del inicio de su desarrollo económico más allá de su anterior estadio tribal y nomádico.

Estos centros económicos ejemplifican el poder y la riqueza de esta antigua civilización pero, ¿cómo lo lograron?

Con el desarrollo de una extensa red comercial entre ciudades-estado vecinas, que constituyó el principal elemento o mecanismo del crecimiento económico de la civilización maya.

Es decir, esas ciudades-estado eran un mejor paso con respecto al nomadismo, obviamente. Constituían un sistema que ponía a disposición de los individuos de esas sociedades un acceso a mejoras y avances que antes no se tenían (o que esa población no tenía pero otra sí y podía intercambiarlas): mayor variedad alimenticia (cacao, miel, diferentes tipos de maíz), medicinas (hierbas medicinales), objetos de lujo (escudos, capa, textiles, máscaras), mejores materiales (obsidiana, sílex, jade, oro, cobre…). Se cree que el primer producto en motivar un comercio a larga distancia fue la sal. La ciudad de Tikal es el ejemplo más conocido de “centro intermediario” entre las zonas de producción de sal (la costa de Yucatán), con los centros productores de obsidiana en Chiapas y de jade en Guatemala.

¿Os imagináis vivir sin sal, por ejemplo? ¿O sin buenas ropas? ¿O sin medicinas?

Máscara mortuoria de Pacal "el Grande", señor de Palenque. Sí, es de jade.

La economía hace avanzar a una civilización y mejorar el nivel de vida de sus habitantes.

Pero también puede hacerla caer.

Las ciudades-estado mayas son estudiadas tanto en Economía, precisamente porque son un ejemplo “viviente” de economía celular simple, de evolución económica visible y de relaciones claras de leyes de la oferta y la demanda: son centros de producción y/o recepción de productos de su zona de influencia que luego intercambiaban y distribuían entre sí mediante una definida red de rutas comerciales a aquellos otros centros que precisaban de los productos de los que no disponían. Así se mejoraba el nivel de vida, así se hacía “civilización”.

Si estas rutas comerciales caían o se interrumpían, obviamente, la zona se empobrecía: no se tenía acceso a aquellas cosas que se necesitaban. Las ciudades mayas se enfrentaron frecuentísimamente en guerras por el control de estas rutas comerciales, que dictaban el auge o predominio de una de ellas sobre las demás (ya vimos el caso de Copán y Quiriguá, o los casos de Tikal contra Caracol y Uaxactún). De hecho, la inmensa mayor parte de las veces, las ciudades vencedoras no conquistaban a las vencidas: les exigían un tributo económico en forma de grandes cantidades de productos (incluidos esclavos) que esas perdedoras producían.

Rutas comerciales mayas.

Como podéis ver, es una versión un poco más simple, de la economía internacional actual (las cosas no han cambiado en esencia desde entonces), con sus guerras comerciales y su distribución a gran escala de “aquí produzco una cosa y la vendo con beneficios donde haga falta e intento apoderarme y monopolizar todas las rutas y el comercio como sea para ser yo el que más tenga y vivir mejor”.

Los mayas desarrollaron una auténtica red comercial internacional a larga distancia y de un gran volumen de transporte de mercancías (y de transmisión de ideas y otros avances como la escritura).

El éxito de una civilización depende principalmente de su capacidad para distribuir sus recursos eficientemente… y sin las rutas de comercio y sin el intercambio de productos… eso no es posible. La distribución de recursos facilita la especialización (como lo que falta lo voy a conseguir en otro lado a través del comercio, me centro en lo que realmente puedo y/o sé producir): Ixtepeque se especializó en el trabajo de la obsidiana, las ciudades del norte en la fabricación de sal, las ciudades costeras de Belice en conchas, tintes y pescado salado, cerámica en Kaminaljuyú, etc. La especialización en el comercio se puede definir como la especialización en la explotación de recursos de un área medioambiental específica por parte de su población. La concentración en un área específica de comercio en respuesta a la disponibilidad de recursos fue clave para determinar qué productos se intercambiaban entre los diferentes grupos que participaban en el comercio… y así hacer aumentar el crecimiento económico.

Los comerciantes llegaron a constituir la “clase media” de las ciudades mayas, a medio camino entre nobles y campesinos, y formaron una poderosísima clase social, responsable de este comercio a gran escala, e intermediarios entre el campesinado y la nobleza. Es muy famoso el caso de la “dinastía comercial” de la familia Cocom, que de riquísimos comerciantes pasaron a constituirse en la familia real de Mayapán, en tiempos posteriores al “colapso”… y tan odiosos se hicieron sus miembros, que provocaron la revuelta de la familia noble Xiu, que incitaron a la población contra su gobierno (Mayapán fue saqueada y abandonada después de esto).

Observad una cosa: las ciudades mayas constituían centros de mercado de los alimentos de la zona… pero en el comercio a larga distancia se comerciaba normalmente con “objetos de lujo”, menos “perecederos” y/o “menos imprescindibles para la supervivencia”: jade, cacao, plumas de quetzal, sal, obsidiana, sílex, oro…

Los mayas empleaban el trueque de mercancías como fórmula de comercio. Se ha sobredimensionado en exceso el supuesto papel que determinadas mercancías tuvieron en ese comercio, llegándose a afirmar por parte de algunos autores (como René Millon), que las semillas de cacao (de donde sale el chocolate) llegaron a constituir monedas con el mismo grado de aceptación monetaria que tuvo el oro o la plata en otras civilizaciones. No fue así. Ciertamente, alguna mercancías como el jade, el cacao (típico producto para la nobleza), nódulos de cobre e incluso la sal llegaron a aceptarse bastante profusamente como medio de pago en algunas ciudades, pero ni por asomo constituyeron una moneda de total aceptación social general como lo fue el oro entre otros pueblos (las zonas productoras no la consideraban tan moneda como las consumidoras). El cacao constituyó algo parecido a la sal (de donde viene la palabra “salario”) entre los primeros romanos, una suerte de cuasi-moneda. Es por eso que se prefiere hablar de “economía cuasi monetaria” en vez de “monetaria” cuando hablamos de los mayas.

El cacao: su fruto y sus semillas. Origen del riquísimo chocolate.

Resumiendo…

Aquellas rutas comerciales y todo aquel intenso proceso de intercambio comercial… aceleró el empleo y gasto de recursos (fue un factor multiplicador), obviamente.

Todo este proceso paulatino de desarrollo y crecimiento económico fue el que creó el esplendor de la sociedad maya en su época de auge y mayor prosperidad (el periodo clásico). Y, justo cuando más en auge estaba (siglo VIII d. C.), la civilización fue destruida: murieron miles y miles de personas, las ciudades de las tierras del sur fueron abandonadas en masa, dejadas en ruinas y se produjeron migraciones por parte de los supervivientes hacia las tierras bajas del norte.

Fue el llamado “colapso” de la civilización clásica maya (periodo Clásico Terminal).

¿Qué sucedió?

¿Cómo la fastidiaron los mayas?

Durante mucho tiempo se postularon numerosas teorías acerca de este repentino declive, que era una cuestión que llamaba mucho la atención de los estudiosos porque, hablando simple y llanamente… no era normal. Allí había pasado “algo gordo”. ¿El qué? Dejando aparte las teorías ocultistas y divagaciones más absurdas, nos centramos en las más importantes de las que aportaron pruebas fehacientes:

1) -Se postuló la teoría de que los mayas de aquellas zonas habían sido invadidos por pueblos guerreros del occidente. En general, se le echaban las culpas a los toltecas (nahuatls parientes culturales y antecesores de los mexicas o “aztecas”). Numerosas señales arqueológicas que revelaban enfrentamientos desusados y un incremento brutal de la actividad bélica en numerosas ciudades, destrucción generalizada, la aparición de nuevos elementos culturales (nuevas cerámicas y nuevos dioses como Kukulkán, el Quetzalcoatl o “serpiente emplumada” de los “aztecas”, que hasta entonces había sido un dios desconocido entre los mayas), incendios y un incremento más que notable de difuntos en los cementerios hacían pensar en esta posibilidad. Pero el estudio continuado de las ciudades mayas reveló que las invasiones toltecas se limitaron a un número relativamente reducido de ciudades de occidente, que no fue tan destructivo, que se produjo paulatinamente desde bastante antes del “colapso” y que los toltecas también se vieron afectados por este “colapso”.

2) -También se barajó la posibilidad de una plaga al estilo de la Peste Negra europea que fuera capaz de derribar una civilización. Efectivamente, los restos arqueológicos humanos y su examen forense revelan un aumento de las enfermedades entre los fallecidos de la época… pero eran enfermedades causadas sobre todo por malnutrición. La presencia de cadáveres de los estratos de la época mostraba más señales de inanición y señales de violencia que de enfermedades.

3) -Los arqueólogos observaron también la aparición de extraños signos y pistas en los sitios mayas conforme se acercaba el “colapso”: por ejemplo, la aparición de murallas. Las murallas son relativamente escasas en los asentamientos mayas por la sencilla razón de que rodear de murallas espacios tan amplios como sus ciudades era poco eficaz y muy costoso. Además, muchos de los muros encontrados de la época inmediatamente anterior al “colapso” sólo protegen las áreas residenciales de la nobleza… o se encuentran en mitad de las calles. Ello, unido al hecho de la aparición de numerosas señales de incendios y destrucción generalizada (derribo de estatuas, rotura de estelas y monumentos, aparición de cadáveres pertenecientes a la realeza enterrados en sitios extraños en vez de en templos y tumbas… y con señales de haber muerto con violencia…), muestran una cosa clara: revueltas. Alzamientos generalizados de descontentos que se lanzaron contra sus dirigentes, los mataron y abandonaron las ciudades posteriormente: no los sustituyeron, no mantuvieron su sociedad.

Pero, ¿revueltas, por qué causa?

Como podéis ver, estas teorías no estaban equivocadas del todo… pero no explican o justifican la muerte de la mayoría de los habitantes de los asentamientos… y la huida masiva y repentina de los supervivientes hacia el norte. Estas teorías ayudan a explicar, pero no dan con la causa principal y primordial.

Con los datos en la mano que tenéis… ¿qué creéis que fue lo que acabó con la civilización clásica maya?

Pues fue…

…su propio crecimiento económico.

Los mayas apretaron el acelerador de su economía… y “se cargaron” su civilización.

El eterno dilema del crecimiento económico es que todos queremos disfrutar de sus mejoras (en el caso de los mayas avances como la medicina, mayor variedad alimenticia, comodidades y lujos como el jade, casas de piedra, etc.), pero estamos poco dispuestos a hacer frente a los problemas que ese mismo crecimiento económico genera: consumo de recursos, destrucción del medio ambiente, cambios en las relaciones sociales, etc.

¿Cómo se solucionan esos problemas? De varias formas: con educación (concienciación), con formación (eficiencia organizativa) pero, ante todo y sobre todo… con tecnología.

Es por eso que tecnología y Economía están tan interrelacionadas.

¿Cuál fue el problema con los mayas?

a) -Que su entorno era muy delicado.

b) -A diferencia de europeos como los griegos o asiáticos como los chinos… los mayas han pasado a la Historia como uno de esos pueblos que se “atascaron tecnológicamente” y no encontraron soluciones (o no las encontraron a tiempo) para los problemas que causaba su crecimiento económico y cultural.

Fijaos:

-Desde el 1000 a.C. al 1000 d.C., ¿cómo evolucionaron aquellos con los que se compara frecuentemente a los mayas, los griegos?

-Desde el 1000 a.C. al 1000 d.C. (fecha en la que el “colapso” estaba en su apogeo), ¿cómo evolucionaron los mayas?

Mientras que los griegos aprendieron a utilizar los metales “duros” (como el bronce, el hierro y el acero), la navegación en alta mar, el abono de los campos, e incluso utilizaron la rueda… los mayas se quedaron atascados en una tecnología neolítica.

No se podían enfrentar a los retos y desafíos que les planteaba su medio ambiente… sometiendo a la vez a ese medio ambiente a una presión insostenible fruto de su crecimiento económico… sin tener los medios tecnológicos para solucionar esas presiones.

Los mayas, tan cultos en materia matemática y astronómica, ni siquiera conocían la rueda (se han encontrado juguetes en tumbas mayas que sí las tenían, pero nunca las usaron en su día a día), empleaban en su lugar trineos o palanquines; ni los metales “duros” (conocían el cobre y el oro, metales “blandos” y fáciles de trabajar, que eran para ellos un producto de lujo), empleaban en su lugar herramientas de obsidiana, piedra o sílex, se quedaron en una tecnología prácticamenteneolítica. Nota: “Neolítico” significa etimológicamente “relativo a la nueva piedra”: la piedra y materiales similares constituían la principal fuente de las herramientas mayas.

De hecho, una de las razones principales para la obtención de esclavos (aparte de para los sacrificios) residía, como ya hemos visto, en la sempiterna necesidad de tener abundante mano de obra para los trabajos más duros (minería, cantería, cortar leña, construcción, transporte), que hubieran sido facilitados de utilizar las tecnologías que empleaban otros pueblos del Mundo Antiguo. Los templos, “pirámides” y otras maravillas arquitectónicas de los mayas se levantaron principalmente a partir de la piedra extraída por miles de esclavos y muchas veces fueron levantados por ellos mismos, junto a los artesanos de la misma ciudad.

El esplendor de los mayas, su ansia de crecimiento económico, les condujo a su destrucción… no tenían las soluciones correctas a los problemas causados por ese crecimiento económico.

-Los maravillosos templos de piedra escalonados, los palacios, más y mejor comida, las herramientas de obsidiana, las cerámicas polícromas, las joyas de jade, los tejidos de buena fibra de los que tanto gustaban los mayas… no salen de la nada. Cuestan recursos (materias primas como la madera y la fibra; trabajo y alimentos con los que alimentar a los trabajadores, etc.). Una de las reglas básicas de la Economía y de todo proceso de transformación es que nada se crea sincoste.

-Y esos recursos empleados en esos procesos de transformación se utilizan mediante una serie de tecnologías. Cada pueblo ha empleado las tecnologías que ha creído más convenientes y ha ido experimentando con ellas, buscando el optimizarlas. Algunas veces se ha tenido éxito… y otras, se ha fracasado. Como le sucedió a los mayas durante su “colapso”. La humanidad ha avanzado mediante el método de ensayo y error la mayor parte de las veces.

-Y todos los pueblos tienen una serie de condicionantes y circunstancias que ayudan o dificultan esos procesos y que se buscan solucionar mediante tecnologías y otros procesos de optimización (como la formación). La principal de estas circunstancias es… el entorno. El medio ambiente. El sitio donde se vive.

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Todos buscamos vivir más y mejor: ése es el principio tras la búsqueda del crecimiento económico.

Los mayas evolucionaron a partir de pueblos nómadas, buscando alimentarse mejor. Desarrollaron técnicas que facilitaron el aumento de la supervivencia, como la obtención de buenos excedentes alimentarios con técnicas agrícolas como las de la tala y quema.

¿Qué es de lo primero que sucede cuando uno prospera económicamente (está mejor alimentado, vestido y vive mejor)? Que se tiende a sobrevivir más. Eso implica que se vive más y que los hijos de uno tienden a sobrevivir más.

El resultado: aumenta la población.

Y a esa nueva gente que sobrevive… hay que alimentarla. Los mayas necesitaban cada vez más y más y más tierras de cultivo. ¿Cómo hemos dicho que cultivaban los mayas? Con tala y quema.

¿Y eso qué implica? Que los mayas talaban y quemaban cada vez más y más y más bosque… aparte del que talaban para conseguir sus herramientas, como leña y material de construcción.

Y esa gente quiere, como es normal, vivir cada vez mejor o, al menos, vivir bien. Cada uno de los nuevos pobladores constituía un nuevo “demandante” de telas, obsidiana, medicinas, sal, minerales, fibras, etc. Y para la producción de esos bienes se necesitan recursos como agua, (más) madera, herramientas, etc. Los mayas desarrollaron como respuesta a esas necesidades de la demanda, técnicas como el comercio a gran escala.

Los telares no surgen de la nada, ni los tornos de alfarería, ni los edificios de piedra, se requiere leña para hacer las hogueras que dilaten los yacimientos de obsidiana y sílex, y hacerlos saltar para conseguirla… Y un larguísimo etcétera.

Y así durante siglos.

Obviamente, en unas circunstancias como las de vivir en un medio ambiente delicado donde los suelos son pobres, éste no puede estar sometido a un proceso continuo de cosecha y explotación silvícola. Más tarde o más temprano, los suelos se agotan del todo y no pueden alimentar a la población presente.

Ya vimos que los habitantes de otros lugares y civilizaciones encontraron soluciones tecnológicas a esos problemas creados por su crecimiento económico pero los mayas, no. No tenían abonos relevantes y dependían de la lluvia para sus cosechas porque no tenían grandes fuentes de agua estables, por ejemplo.

El problema fue que, de tanto crecer económicamente con métodos inadecuados… los mayas acabaron por deforestar amplísimas zonas de su región.

Y se cargaron el equilibrio ecológico y climático de su zona.

Los mayas viven en lo que es, climáticamente hablando, una zona tropical con estación seca y otra lluviosa. Sus suelos son muy finos y su fertilidad declina cuando se le priva de la cubierta forestal. Es más, el suelo queda expuesto a la erosión por parte de la lluvia cuando sucede eso. Y al ser tan finos, la erosión dejaba expuesto el suelo no fértil. En las sequías estacionales, se seca el agua de superficie. Los mayas podían esperar a la siguiente estación gracias a sus cenotes.

El problema era cuando no llovía.

Cuando había sequía.

Fijaos en toooooodo lo que hemos hablado sobre los mayas en este artículo. En todo.

Los mayas ya eran conocedores desde antiguo de las sequías.

No en vano sus dioses más importantes eran los dioses del agua, de la comida… y de la muerte. ¿Por qué os creéis que sacrificaban gente e intentaban apaciguar a los dioses y por qué consultaban continuamente las estrellas, por qué gobernaban los sacerdotes y tenían sacerdotes adivinos especializados, por qué una de las dinastías gobernantes se llamaba Brujos del Agua?

Todo lleva a lo mismo.

Los mayas eran conscientes del equilibrio inestable de su entorno.

Pero no supieron enmendarlo a tiempo.

Los registros de la era colonial española ya establecen patrones regulares y ciclos de sequías más o menos severas en la región.

Éste es uno de los libros que demostraron la causa de la gran sequía que acabó con la civilización clásica maya : The Great Maya Droughts, de Richardson Gill.

Aquí, un resumen de un documental de la BBC sobre una investigación científica sobre la sequía que acabó con la civilización maya.

En esos documentales, reuniendo todo tipo de datos climáticos, históricos, hidrológicos, dendrocronológicos, volcánicos, geológicos y arqueológicos, podéis ver cómo se demostró la existencia de una gigantesca sequía de doscientos años durante el “colapso” del periodo clásico maya (entre el 800 y el 1000 d.C.).

Aquella sequía causó la pérdida de las cosechas mayas durante generaciones y ello fue lo que, a su vez, causó:

-El hambre (¿os acordáis de los cadáveres con muestras de inanición?) y la enfermedad (si no se come, la subsiguiente vulnerabilidad ante las enfermedades es obvia).

-El descontento, la rebelión contra los “dueños opresores de la tierra que exigían tributos”, contra el tirano que o no sabía resolver la situación o al que los dioses no daban su beneplácito, haciéndolo evidente con las penurias que continuamente enviaban sobre el pueblo (¿os acordáis de los muros en mitad de las calles y de los cadáveres de la realeza, de los incendios y del abandono de las ciudades sin restablecer la autoridad de ninguna dinastía gobernante?). Al acabar con la figura aglutinadora de la sociedad (el jefe guerrero, económico y religioso), esa sociedad se desintegró totalmente al no tener necesidad de reconstituirse: los mayas abandonaron sus ciudades. No les dieron continuidad a las dinastías caídas.

-El freno en la construcción monumental (¿os acordáis de las destrucciones de estelas y otros monumentos?).

-El fin de las rutas comerciales establecidas y, por tanto, del empobrecimiento generalizado y la caída en el nivel de vida. Muchas ciudades que dependían del comercio dejaron de existir. Muchas clases sociales, como las de los comerciantes, se empobrecieron y quedaron sin trabajo y sin sustento.

-Y, por supuesto, las guerras e invasiones por los escasos recursos de las que hemos hablado a lo largo del artículo.

Todas aquellas muertes y circunstancias despoblaron la zona y los supervivientes se vieron obligados a emigrar hacia el norte, al Yucatán, hacia donde percibían que había posibilidades de supervivencia, donde las tierras no estaban tan habitadas ni los suelos tan agotados… y donde los cenotes eran más abundantes y más profundos y, por tanto, más resistentes a las sequías.

Aquellos cenotes eran vitales para los mayas y por eso eran tan sagrados y realizaban tantos sacrificios ante ellos.

Se cree que los supervivientes eran muy pocos (¿os acordáis que Ma’ya’ab, el nombre que dio origen a la denominación “maya” y que nació precisamente en el Yucatán, significa “no muchos”?) y se dirigieron hacia las zonas con alternativas alimenticias, como las costas, donde hay pesca. Las costas del sur eran muy pobres en recursos y muy escarpadas orográficamente (como la del Pacífico), y las ciudades de la costa de Belice resultaron destruidas por las guerras (como vimos que le pasó a Colha). Y en ninguna parte había agua potable en abundancia, salvo en los pozos del norteño Yucatán.

Fue el fin del esplendor de los mayas.

A ver, no fue un final total y absoluto porque, como ya hemos visto, los supervivientes emigraron masivamente a las tierras del norte y durante un tiempo posterior al “colapso” lograron recuperarse en parte y fundar o aumentar los asentamientos norteños. A diferencia de lo que vimos con el desastre económico de los rapanui que no tenían donde ir porque se quedaron encerrados en una isla en mitad del Océano Pacífico, lejísimos de otras tierras, los mayas disponían de la opción de la emigración. Como ya dijimos, más que un final apocalíptico, fue una interrupción apocalíptica… pero que por poco acaba con ellos.

Pero los mayas nunca llegaron a igualar la época de auge del periodo clásico. Incluso volvieron a repetir fallos muy parecidos tras el asentamiento en el Yucatán, que es una zona incluso más árida que las tierras bajas del sur, si bien más variada en términos de fuentes alimenticias, con más pozos y sus suelos estaban menos desgastados que los de las tierras bajas del sur. Para cuando llegaron los conquistadores, apenas existía un puñado de poblados mucho más pequeños y pobres que las ciudades del periodo clásico.

Aquella fatídica época del “colapso” quedó incrustada en la cultura de los mayas. Semejante desastre no se podía olvidar. Ciudades de más de cuarenta mil habitantes como Tikal perdieron toda su población y zonas enteras quedaron deshabitadas para siempre. Regiones como el Petén guatemalteco, en las tierras bajas, anteriormente rebosantes de actividad humana, fueron abandonadas durante siglos, durante los cuales la jungla y la maleza volvieron a recuperar el terreno perdido, sepultando decenas y decenas de asentamientos humanos de los tiempos de los mayas. Tan aislada y salvaje quedó aquella región, que no se construyó una carretera pavimentada hasta 1982.

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Ahora podéis entender la obsesión de los mayas (y otros pueblos mesoamericanos) con los sacrificios, lo macabro, la sangre y la muerte, la estética fúnebre de gran parte de su arte, sus fiestas y celebraciones. ¿Os acordáis de cómo le pasó lo mismo al arte europeo de la Edad Media durante las plagas de la Peste Negra? Los cuadros y estatuas de la época reflejan cristos muertos, vírgenes llorando, y muchas obras literarias (como el Decamerón) muestran escenas y relatos de guerras y destrucción. Pues lo mismo con los mayas, sólo que ellos hicieron más hincapié en eso que otras culturas porque, para ellos, aquello era una situación recurrente y más común. Tanto, que se constituyó en idiosincrasia o carácter cultural permanente de los mayas y otros pueblos mesoamericanos.

¿Es que no estaban acostumbrados los mayas a las sequías? Sí, pero no a una sequía de doscientos años (como dice el refrán completo: “no hay mal que cien años dure”… “ni cuerpo que lo resista”). Los mayas no eran tontos y desarrollaron alternativas y soluciones para solventar sequías estacionales y estándares (como el uso de canales cerca de ríos y lagos, cenotes y embalses subterráneos), pero aquel desastre no había quien lo paliara: no crecían cosechas y se secaron todas las fuentes de agua. Y los mayas del periodo clásico no tenían otra alternativa relevante a la agricultura como fuente de alimento. Y no había agua para beber. Y suma y sigue, y suma y sigue….

Algunos diréis… a los egipcios tampoco les llovía y no les pasaba nada. Ya, pero es que ellos y otros pueblos de grandes civilizaciones no dependían de la lluvia como fuente de agua en sentido estricto: estaban al lado de ríos que se alimentaban de las aguas caídas en zonas climáticas diferentes y mucho más seguras y constantes (lagos del África ecuatorial en el caso del Nilo, montañas del Cáucaso en el caso del Tigris y del Eúfrates, el sistema montañoso tibetano en el caso del río Amarillo).

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Como habéis podido comprobar, la civilización maya estaba en un permanentemente inestable equilibrio, un “mírame y no me toques”, en pugna eterna con su medio ambiente. “No debería haber surgido ahí”, como dicen muchos economistas y estudiosos como Gill. Mientras pudieron, todo les fue bien: su sistemaeconómico y agrícola de tala y quema les funcionaba para mantener un determinado nivel de población con las características de su entorno. Podían incluso sortear sequías normales.

El problema es que los mayas crecieron económicamente tanto… que terminaron por desequilibrar ese sistema. Al acabar con sus bosques y agotar sus suelos, dejaron su ecosistema vulnerable a los cambios climáticos: no tenían una cubierta forestal y vegetal que retuviera la humedad y sus suelos fueron barridos por la erosión.

No pudieron resistir el envite de un cambio climático acentuado por la destrucción de su hábitat que ellos habían causado con su crecimiento económico.

En torno al siglo VIII d.C., el clima se enfrió en el hemisferio norte. De hecho, se recoge en los registros europeos y chinos un descenso generalizado de las temperaturas. El clima se volvió más seco. En Europa, China y el Oriente Medio eso no supuso una catástrofe generalizada al nivel del “colapso” maya ni muchísimo menos, porque las civilizaciones que allí vivían tenían medios más que suficientes para afrontar ese cambio circunstancial (su agricultura era mucho más avanzada, por ejemplo).

Pero los mayas crecieron más rápido de lo que les dio tiempo para desarrollar soluciones tecnológicas a sus problemas y no buscaron el remedio donde debían: se dedicaron a preguntarles a las estrellas y a sus dioses, realizando sacrificios en su nombre, en vez de buscar soluciones tecnológicas… que se dan al avanzar hacia una unidad política que gestione mejor los recursos de una sociedad como lo pueda ser un estado unido y bien organizado.

No es que los mayas fueran tontos. Para nada. Una civilización que es capaz de crear un sistema de escritura y de levantar impresionantes templos de piedra debería tener al menos la capacidad de encontrar soluciones. Es más, llegaron incluso a desarrollar algunas técnicas agrícolas menos agresivas y más adecuadas que la de tala y quema como el cultivo en bancales y el cultivo cerca de las orillas lacustres, e incluso algunas ciudades como Tikal llegaron a desarrollar un canalizado subterráneo de agua extenso. Ya vimos que la sociedad de Tayasal, la última “ciudad” maya en caer ante los conquistadores, y que se fundó muy tarde en una isla en un lago tras el “colapso”, había aprendido a cultivar de manera intensiva con técnicas de riego. Los vecinos de los mayas, los nahuatls, entre los que se encontraban los mexicas (“aztecas”), habían evolucionado más que éstos muchísimo antes, al desarrollar técnicas de cultivo intensivo que producían cosechas abundantes en muy poco espacio… como las famosas “chinampas” o “jardines flotantes” que se mencionan en las crónicas españolas.

Los mayas empezaron entonces a intuir por “dónde tenían que ir”.

Pero las soluciones llegaron tarde y mal.

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5. Conclusiones.

El inmenso mérito de los mayas reside en haber creado una gran civilización donde a duras penas era posible.

Su gran fracaso fue… el de forzar la situación, en exigirle más económicamente a su entorno de lo que éste podía darles… con la tecnología que ellos tenían.

Es por eso que los economistas hacemos tanto hincapié en que, si queremos crecer económicamente, si queremos vivir mejor, no podemos hacerlo a lo loco, sin pensar en las consecuencias y sin atender a los problemas que ese mismo crecimiento económico crea.

Señores lectores, como siempre que elaboramos un artículo, lo hacemos con la intención final de que sirva “para algo”. En este caso, tanto como en el del desastre de Rapa Nui, para que sirvan de advertencia. Nuestro deber como autores técnicos académicos es el de dar a conocer este tipo de situaciones que se dieron históricamente… para que no se vuelvan a repetir.

Esos templos, esas pirámides escalonadas y esas ciudades mayas en ruinas que tanto nos llaman la atención… no deben ser considerados como meros reclamos turísticos o hermosas imágenes de postal.

Son el recordatorio evidente y manifiesto de lo que le puede suceder a nada más y nada menos que toda una civilización si no tenemos cuidado:

-Con nuestro entorno.

-Con nuestra economía.

-Con nuestra tecnología.

Centenares de miles de personas, si no millones, sufrieron terriblemente y fallecieron de resultas del descontrolado proceso de crecimiento económico maya.

Eso no debe olvidarse, no debe “caer en saco roto”. Tenemos que “aprovechar” esa lección que tan arduamente nos enseñaron.

Los humanos no somos invulnerables a los desastres ni, mucho menos, a los desastres causados por nosotros mismos.

-Que nos sirva de lección económica y de lección de concienciación ecológica. Porque nunca dejaremos de remarcar el hecho de que la concienciación ecológica no es sólo una cuestión altruista o una moda alternativa que muchos perciben propia de movimientos minoritarios… es una cuestión económica y de supervivencia que nos afecta a TODOS.

-Que nos sirva de lección y recordatorio, especialmente a aquellos fanáticos y con intereses económicos (como la extrema derecha, las grandes corporaciones industriales, los libertarios o libertarianos, etc.) que se empeñan en creer que no existe un cambio climático causado por el hombre en la actualidad. A todos ellos les recordamos, con el caso de los mayas, que está demostrado que no es la primera vez que los humanos causamos o AGRAVAMOS un cambio climático. Así que hay que tomar las medidas adecuadas para solventar aquellos problemas causados por nuestro crecimiento económico, como las emisiones incontroladas de CO2… antes de que convirtamos nuestro planeta en una inmensa repetición de lo que les pasó a los mayas, les guste o no a estos señores.

Los mayas pudieron emigrar huyendo de su desastre. La humanidad no tiene otro planeta al que huir.

-Que nos sirva de lección de humildad. Hoy en día, sabemos manejar la sobrepoblación y sabemos producir mucha más comida de la necesaria en muy poco espacio. Millones de mayas viven hoy en la misma región sin el terrible terror a las sequías (que se siguen produciendo ocasionalmente) o a la sobrepoblación, ya que disponemos de más eficientes herramientas y tecnologías de gestión de recursos, control de natalidad, etc… pero recordemos que ESO que les sucedió a los mayas nos puede suceder a nosotros en cualquier momento si no tenemos cuidado continuamente con nuestro proceso de crecimiento económico.

Porque para eso se estudia Historia.

Para poder evitar los errores que nos sucedieron… antes.

Hasta la próxima.

Feliz y próspero año nuevo.

Ruinas mayas de Palenque.

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